Frío hielo
Es
como una ligera presión en el pecho que se mezcla con los ojos cargados de
madrugones. Como esa sensación de no poder más pero de querer más, de no
renunciar a nada y de darlo todo. Hasta el final del día. Hasta que los puntos
de la agenda quedan tachados.
Es
como cuando empiezas a escribir una carta sin destinatario. Como uno de esos
momentos en los que comienzas a caminar sin decidir cuál es el destino final
porque lo importante es el viaje, es el crecer, hacerse fuerte; el aprender.
Como esas
noches sin luna en las que tienes que caminar a oscuras, como el frío hielo que
te acompaña en la penumbra y te hace tiritar.
Porque
no es cierto que tengamos que abrir puertas para avanzar. Las puertas siempre
han estado abiertas, solo necesitamos la fortaleza necesaria para decidir
cruzarlas; para decidir si queremos ser nosotros mismos.