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Mostrando entradas de abril, 2021

Un libro

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Que se siente cuando creas; cuando vuelcas sobre el papel los más profundos e innumerables secretos que hay entre cada palabra y cada renglón, entre cada coma que falta en una frase de forma intencionada, en cada ausencia de signo de acentuación que cambia por completo el significado de una frase. Cada libro es una puerta a lo desconocido, a un viaje que puedes repetir y que con cada nuevo comienzo siempre muestra algo más. Que con cada giro de argumento te vuelca el corazón aunque conozcas lo que va a suceder, o que te asombra con uno de esos enigmas que no te dejan dormir. Un libro es mucho más que un taco de folios lleno de palabras; un libro es capaz de cambiar la forma de pensar de la persona que puede dirigir un país, declarar una guerra o firmar la paz. Porque si mezclamos las enseñanzas Albus Dumbledore y los grandes pensadores y dirigentes de nuestra historia, llegamos a la conclusión de que las palabras son nuestra fuente más inagotable de magia, y el arte de lo posible

Superposición

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Te miras las manos, quizás porque es ya como una costumbre o porque es un buen ritual que realizar cuando logras enterrar otro demonio. Otra de esas sombras que quieren taparte la luz del sol usando solo un dedo. Te miras las manos, por las durezas y las cicatrices, por los cortes y los puntos, por los surcos de la piel y por la historia que hay detrás de ellas, detrás de las derrotas que te enseñaron a ganar y que te enseñaron a no renunciar a nada. Te miras las manos porque todo se debe a ellas; todo cuando peleas y cuanto defiendes. Por los ideales y las convicciones que te llevan hasta ese punto en el que estás seguro de estar en el lugar correcto, rodeado de la gente correcta y haciendo lo que más te apasiona hacer.  Por el éxito de estar a gusto con uno mismo, de no renunciar a nada y de ir a por todo.

Ojos rojos

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Una noche te vas para cama y terminas enredado en las sábanas y empapado en sudor. Enredado de las vueltas por no poder dormir, y del sudor del calor de una noche de abril que era diferente a todas las demás, quizás por el calor que hacía a pesar de la lluvia que golpeaba la ventana, quizás por encontrarte de nuevo frente a frente con esos ojos rojos que brillaban en la oscuridad. Recuerdo que esos ojos similares a los del Kyūbi tenían una voz diferente, de estas como nunca has escuchado. Se quedaba a medio camino entre Constantino Romero y Juan Magan. Esa voz que te llama a ser conservador y   a jugártela al mismo tiempo; la voz de una mirada que instaba a la rebeldía consumada como último acto de integridad en un mundo que navega a la deriva. Y esos ojos volvieron a hablar cuando las sábanas te tenían apresado contra del colchón. Volvieron para decirte que nada te puede impedir el llegar a donde te lo propongas, y que la única limitación que tienes, es lo que decida uno mismo; La

Tangencias

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Pon pasión en todo lo que hagas, y nunca tendrás la sensación de hacer algo por obligación. Pon empeño y sacrificio en cada palabra, en cada línea y en cada arco que traces, hasta en la forma de apagar el despertador. Pon precisión de rayo laser y finura de maestro joyero, y deja que lo que tenga que venir venga. Confía tan solo en la dedicación y olvídate del qué dirán quienes nunca han pensando a lo grande. Ten fe en la persona que jamás podrá fallarte, y que siempre tendrás al otro lado del espejo, porque las batallas realmente duras, serás las que tengas que librar contigo mismo. Habrá caídas y golpes duros, sobre todo para recordarte la diferencia entre el laurel y el barro, como ese punto tangente entre la victoria y la derrota; entre el bien y el mal. Como ese lugar que seguirá enseñándote que el fango solo ahoga a aquellos que se cansan sin razón y sin metas. Y que aquello que realmente deseamos, está condenado a ser nuestro.