Humo blanco
El destino nos pone en el camino a personas increíbles. A gente que nos cambia la
forma de ver el mundo, de aprender de él y de la vida. Que te enseñan, que te
guían y que plantan en ti la semilla de lo que serás el día de mañana.
No hace falta mucho para ello. Con un gesto, un guiño o una mirada, lo que para unos puede ser lo más mundano del universo para otro puede ser su seña de identidad. Su marca. Su historia.
Decían que los abuelos nunca se van, solo dejan de verse. Que son Como el humo blanco de un cigarrillo que se envanece en el aire, como la caricia que no se da pero que eriza la piel. Como el saber que no están, pero que siguen ahí.
Y a veces te acuerdas de ellos, y recuerdas que una parte sigue viva en ti. En todos y cada uno de tus sueños y esperanzas, en tus actos, y en el futuro que te aguarda esperándote para brillar.