Koi no yokan


Todos tenemos una canción; un conjunto de letras y sonidos que nos definen a la perfección, que nos hace imbatibles cuando la escuchamos, o que nos hace llorar recordando tiempos que ya no volverán, momentos que ya no vivirás y que ahora solo viven en ti.

Cuando se acercan las decisiones que te cambian la vida, parece que se juntan de golpe todo aquello que es necesario para poder tomarla con la tranquilidad, la consciencia y la seguridad que merecen. Aunque tu mente y tu cuerpo no sean capaces de asimilarlo o de entenderlo.

Pero confía en ello, que así es.

Y el primero y principal síntoma de esto no es el cansancio, ni la falta de sueño, ni si quiera la ansiedad. Es el descubrir que echando de menos el brillo de unos ojos se te escape una sonrisa de soslayo, el recordar una caricia en el pelo que te despierta malhumorado pero que ahora extrañas, y ese beso que sabes que tendrás para toda la vida si no la cagas.

Es el estar seguro de que llegó el momento de dejar de correr y de estar preparado para todo lo que venga. De que hay pasos y saltos, y saltar sin cuerda es hasta ahora toda una especialidad. Y no quiero desvelarte desenlace de esta historia, pero al final sale todo bien. 



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