Sangre y fuego
Como
las aspas de los molinos mecidas por el viento de poniente que se lleva los
recuerdos hurtados por Caronte en el Leteo, como las olas que rompen en la
playa y que arrastran tras de si los recuerdos de antaño. Como el abrir las
alas al viento con cada nuevo comienzo o aventura, sin pensar en otra locura
que una nueva singladura fruto del azar.
Con la
mente absolutamente en blanco, y con los latidos del corazón rebotando en la
sien. Con el tacto de la empuñadura de la espada acariciando el palmar y la boca
seca, aunque llueva. Con la capa llena de barro, convertida en harapos, pero anclada al cuello.
Porque
las batallas contra el karma solo se vencen con la certeza de que no se le debe
nada. Porque es preferible el vivir cargando sobre tus espaldas con un “te
acuerdas” que con un “te imaginas” aunque te falte aliento para lograrlo.
Porque las victorias se consiguen con sangre y fuego, y desde el Infierno con
amor.