Ilex Aquifolium
Es increíble el cariño que se puede llegar a tener por los animales. Y en ocasiones, con razón, se cumple ese dicho de que cuanto uno más conoce a los hombres, uno más quiere a su perro.
La nobleza innata en una mirada que se clava en las pupilas dice más que cualquier palabra o escrito, que cualquier discurso que se eche por televisión. El silencio de su compañía cuando estás sentado a su lado, y de pronto todos los problemas desaparecen, las aguas se calman y se abre el cielo.
Y es cuando se van de nuestro lado que comprendes que tantas cosas buenas tienen que tener una corta duración, aunque haya casos en los que se nos bendiga con prórrogas sobre lo inevitable.
Aunque los recuerdos que nos dejen sean como las hojas del acebo: símbolo de la eternidad, de ese verde perenne que no se apaga. Una gota de alegría y libertad.
Porque como dijo M.K. Clinton: El mundo sería un lugar más amable si todos tuviéramos la capacidad de amar tan incondicionalmente como lo hace un perro.