Expedito
Desconozco
ya el número de sacrificios, expiaciones u holocaustos que se han realizado a
favor de esto. He perdido la cuenta de las decepciones que he podido causar, de
las veces que los muros de hielo cruzaron la tierra protegiendo la torre, o
cuantos bastiones he armado y nutrido con la intención de enfrentarme a cualquier
asedio.
Bastiones
por cierto, que aún sigo alimentando.
“Somos
las decisiones que tomamos”, un mantra que he repetido tantas veces que podría
ser perfectamente mi próximo tatuaje. Pero cuando tienes tan claros los objetivos,
cuando tienes tan clara la visión y la meta por el que tanto has estudiado,
formado y peleado, parece que puede venir una mano del cielo a doblegarte que
las rodillas no van a tocar el suelo.
Decía
el Papa Francisco que Dios le da las batallas más duras a sus mejores
guerreros, y si es así, estoy dispuesto a plantarme una vez más a pecho descubierto
y espada al hombro para no ceder ni un solo centímetro de terreno, ni un ápice de
honor, en esta gesta para la que he nacido.
Que
cuanto más te cueste ganar, más dulce será la victoria. Corre, anda o arrástrate,
pero nunca te rindas. Hazlo, y cumplirás esa máxima de que los corderos que se
alzaron una y otra vez, terminaron por convertirse en leones.