Liberiliš
Uno no necesita de personas que le reconozcan desde fuera que es bueno en algo, o que está obligado a tener una pareja por miedo a soledad. Somos responsables de existir, de lo que hacemos y de los actos que consumamos. De las decisiones de las que formamos parte. De ser quienes decidimos ser.
Cada uno de nosotros es el responsable de su propia forma de existir. De vivir el presente aceptando la realidad y de que en ocasiones la vida no es justa, ni recompensa el esfuerzo, y que muchas veces nada permanece y todo se acaba.
Somos nosotros mismos quienes nos creamos mochilas que en verdad no existen por ser incapaces de perdonarnos, de dejarnos convencer por quienes no han llevado tus zapatos para transcurrir por el sendero que has recorrido.
Tu libertad es sagrada, y al igual que lo es para ti, también lo es para los demás. Ser libre o desapegado no quiere decir que tengas que cortar los lazos con las personas que quieras, o que seas frío como un témpano de hielo. Ser libre es asumir la responsabilidad de que cuando uno decide enfrentarse a sus miedos, tenga la certeza de que después, lo único que habrá es uno mismo.
Todo cuanto tenemos es de prestado. Lo material, las relaciones, los trabajos… Todo cambia, madura y se transforma, y lo único que tendrás a tu lado cuando sea la hora de exhalar el último suspiro, serán las caricias, los besos y las sonrisas que hayas regalado.
La libertad es asumir todo esto; el romper las cadenas que tienes y de las que no eres consciente. Es, como diría Platón: aquello que encontramos al ser dueños de nuestra propia vida.