Un bonito atardecer
Y después de todo un viaje con la
intención de destruir un anillo que podría causar el Armagedón de la Tierra Media,
Frodo Bolsón comenzaba el epilogo de su libro con las preguntas: “¿Cómo retomas el hilo de una vieja vida?
¿Cómo continúas, cuando en tu corazón empiezas a entender que no hay regreso
posible, que hay cosas que el tiempo no puede enmendar, aquellas que hieren muy
dentro, que dejan cicatriz?”
Supongo que cuando dedicas muchos años,
cuando dedicas tiempo, tesón y pasión en causas que piensas que merecen la pena
aunque sean causas perdidas, cuando inviertes ese tiempo que nunca vas a recuperar
en dar lo mejor de ti, esas cicatrices que tienes como consecuencia, son marcas
que debes lucir con orgullo y dignidad. Porque son las marcas que te hacen ser quien eres.
Porque después de guerras, de batallas
durísimas que te hacían hasta preguntarte si valías para ese cometido, ahora con
los años y en el atardecer de esta etapa, te sorprendes escribiendo y reconociéndote
ante el mundo que sí, que podías hacerlo. Y lo has hecho.
Quizás la causalidad del destino ha
querido que todos los caminos emprendidos hace siete años hayan decidido
cruzarse en un único punto para proseguir todos juntos en una sola dirección,
de igual forma que un árbol son sus ramas y tronco, de igual forma que un
afluente va a río y el río al mar.
He respetado la máxima de que las
promesas son tan fuertes como aquella persona que las da, y puedo decir, con el
orgullo y la tranquilidad que da el trabajo bien hecho, que he cumplido.