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De luchas y batallas

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Dicen que las pequeñas luchas son para los pequeños luchadores. Que, si logras vaciarte de lo superfluo, tan solo queda lo profundo, y que ahí es donde en silencio aprendes. En ese silencio aprendes a dejar de luchar contra los que hablaban de ti, incluso hasta dejas de querer llamar la atención. Dejas de luchar por dejar de cumplir las expectativas de los demás, con la gente desconsiderada y también dejas de luchar para demostrar que están equivocados contigo. Y es que cuando dejas de luchar por esas pequeñas luchas, empiezas a luchar por tus sueños, por tus ideas y por tu destino. Porque el día en que dejas de luchar en pequeñas peleas, comienzas a ganar las grandes batallas.

Punto de encuentro

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Llega un momento en el que tienes las piernas a punto de explotar, la boca seca y la cabeza pensando en rendirse. Pensando en que es demasiado para no tener nada a cambio; pensando sobre pensado en pensamientos. Y es el peligro que tiene nuestra cabeza, que piensa hasta horizontes insospechados y barrunta hasta los rincones más tenebrosos sin que nos demos cuenta de ello. Que cuando el aburrimiento nos azota, nos lleva a deambular por salones que deberían seguir cerrados porque, al fin y al cabo, somos nuestro peor enemigo. Qué hacer cuando la cabeza te pide que te rindas, cuando te dice que los músculos están sufriendo y que pares. Que correr es de cobardes, y que de nada sirve sufrir más que para saber que sigues con vida. ¿Qué hacer en ese momento? Lo de siempre. Nuestro punto de encuentro, nuestra piedra filosofal.  Que si se trata de supervivencia nos guiemos por el instinto y la pasión, que nos guiemos por lo que no entiende a la razón, y que como decían los siux, que nue

Vincit

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Párate durante cinco minutos a hablar contigo mismo. A valorarte al margen de los demás, de si eres más alto o bajo, más feo o guapo, más inteligente o listo, porque el mundo no va de esto. Sí, las comparaciones son odiosas, pero no todos tenemos el mismo ritmo de vida ni la misma trayectoria a nuestras cuestas. Desconoces las espinas que el de al lado tiene clavadas a sus espaldas y que lo han hecho ser así, de la misma forma que nadie terminará nunca por conocerte al completo. Porque hay esos rincones ocultos del alma cerrados a cal y canto donde ni el diablo se atreve a entrar, donde encerramos a nuestros terrores para no volver a encontrarlos nunca, porque si es difícil encontrar un lugar donde aprisionarlos, más difícil aún es conseguir cerrar esa puerta. No, el éxito no es medirse con los demás, ni ser mejor que nadie. El éxito es cada día ser mejor que ayer, saber algo más y aprender algo más, crecer como persona, obtener mayor conocimiento y seguir aportando, y todo ello

El momento

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  Las situaciones importantes de la vida siempre suelen suceder de improviso. Puedes estar todo un año planificando sobre una fecha o un detalle en concreto, que ya se encargará la vida decirte: “Te jodes, ahora es así porque lo digo yo. Soluciónalo”. Es como un jefe hijo de puta, como los lunes a las siete de la mañana sin cafeína o como un martes festivo. Pero como todo lo que en verdad merece al pena, si de verdad tienes ganas e ilusión en que salga adelante, conseguirás hacerlo.  Conseguirás hacerle frente a lo que venga con ello, y aunque no sea exactamente tal y como lo habías soñado, será tan increíble que te hará feliz.  Que nos tiramos toda la vida pensando en el momento oportuno para ser felices, sin darnos cuenta de que el momento para serlo es ahora.

Antagonista

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Orinque, crujía, noray, bulárcama, pantoque, borda, nudo, brújula, compás. Hubo un clic que sonó en mi interior cuando palabras como estas se repetían con la pasión que caracteriza a quienes no hemos dejado de vivir vinculados a la sangre acuosa de la Mar Océana. Fue como un tirón; como el despertar de un sueño extraño en medio de la noche en el que no sientes angustia de la pesadilla, pero tampoco el placer de haber descansado. Como el comienzo de la lluvia al caer que primero incomoda, pero que después te hace ser uno solo con ella. Fue el recordar todas las lágrimas que se vertieron mientras se andaban caminos ahora abiertos; fue el sentir las grandes victorias que sucedieron a las pequeñas derrotas. Fue el saber que estaba perdido, y que me he vuelto a encontrar. El saber que la única persona a la que no debo de fallar es a quien me ha traído hasta aquí; a quién en la soledad de la oscuridad y encogido en una esquina pasó una manta sobre el hombro para decir: no te rindas.

BRB

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He llegado a la conclusión de que no existe ni el bien ni el mal, porque siempre serás el villano para unos y el ángel salvador para otros. He llegado a la conclusión de que los ideales no llenan el plato que hay encima de la mesa, ni los Dioses en los que se crea dan respuestas con palabras, si no con los caminos que recorremos. He descubierto que no hay mayor religión que la de ser fiel a uno mismo y a los impulsos. A la intuición de los Piscis que es como vivir en un déjà vu constante, y que el futuro que levantamos, lo hacemos con el sudor de nuestra frente y con los callos de las manos. Con el sabor a hierro que deja la sangre en la boca, con las noches en vela y hasta el alba luchando por un objetivo: tus sueños. Que, si no sales de la zona de confort, va a ser la vida la que te saque de ella, así que tarde o temprano tendrás que tomar una decisión sobre tus decisiones, porque si no lo haces otros decidirán por ti, y no hay nada mejor que tomar las decisiones por uno mismo.

Temerario

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Temerario, irrespetuoso, arrogante. Precipitado y grosero aventurero. Como los piratas que solo tocaban tierra para desquitarse en Tortuga, como quien no tiene asuntos pendientes en ningún lugar del plano mundo. Caminas por las calles como las letras de las palabras en los párrafos de la historia, donde los espacios son los silencios que llenan las noches quemadas y sin dormir, besando el alba con la mirada y la botella en la mano mientras en los oídos aun retumba la música. Y es que un temerario decide y hace lo que le pide su corazón; que la función del ser humano, como dijo un gran Jack London, es vivir, no existir. Y no voy a gastar mis días tratando de prolongarlos, si no en aprovechar al máximo el tiempo del que dispongo. Que la vida no es un ocho tumbado, si no la curva del infinito. ¿Estás listo?

Jaque de torre

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Es cierto que los golpes que no esperas siempre vienen de quien más te duelen, de quien está a tu lado, pero la vida te enseña a sobreponerte a estas bajas, a estas caídas y a estos tropezones. Te enseña a endurecer el corazón un poco más y a ser más selectivo, a escoger de verdad. Cuando te decepcionan no te matan, simplemente te enseñan. Que si fuera una partida de ajedrez te has quedado sin torre, pero no sin tablero ni piezas, y como dice un sabio profesor: en el ajedrez cuentan todas las piezas. Imagínate si cuentan, que un peón sacrificado puede ayudar a otro a convertirse en una dama, o incluso un rey que va paso a paso por el medio del tablero salvando los jaques y ganando tiempo para armar una ofensiva que le permita unas tablas o hasta ganas la partida. Porque como dijo Capablanca: De pocas partidas he aprendido tanto como de mis propias derrotas. Y vuelvo a ganar. Supongo que hoy ha sido una buena noche para reflexionar sobre ello. Una noche de difuntos: Que descansen en

Agua y acero

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Levántate y mírate; vapuleado por los cuatro costados, con heridas que emanan sangre como nacimientos de agua, con arrugas en la frente que no te quita el botox ni con un tratamiento de por vida. Mírate; mírate las manos y las suelas de los zapatos. Detente por un instante y echa la vista atrás no para ser nostálgico, si no para ser consciente de que todo lo que has pasado ha sido por una razón, por un objetivo, y que no depende de los demás el doblegar una voluntad avivada a llamas de acero. No dejes que se apague esa llama. No dejes que el acero se enfríe y tome forma. Sé como el agua que besa la piel quemada y como el fuego que lo consume todo, como ese instante de comunión entre opuestos, ese punto a estudio que no deja de sorprender.

Un demonio llamado Quietud

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De todos los demonios que se te presentan, hay uno que se encuentra disfrazado de calma, de tranquilidad, de silencio. Te lo encuentras cuando menos te esperas, y realmente no sabes ni si es pronto o tarde cuando te das cuenta de su presencia, cuando te recibe como Ollivander a Harry el día en que fue a buscar su primera varita con un “Ya estaba esperando que viniera a visitarme, señor X”. Este demonio se llama Quietud, y tiene la extraña habilidad de anclarte en tu zona de confort; de hacer que te contentes con lo que tienes, y ya está. Te encierra en ese círculo que no tiene puertas en el que crees estar seguro y calentito, y es que fuera hace frío. Pero recuerda que es bajo las ventiscas cuando más crecemos, que sin inviernos no hay primaveras, que sin lluvias no crecen los árboles. Y que si durante todos los años de tu vida te has fiado de lo que te dice el instinto, no empieces a cambiar y a recorrer senderos que no son tuyos. Sigue tus metas, persigue tus sueños y no deje

Mental Powered

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Una vez, cuando eres pequeño, te cuentan una de tantas historias de tesoros ocultos, de países recónditos y de mapas que están escondidos en las piezas del tiempo. Te hablan de llaves que abren puertas destinadas a no ser abiertas, de rompecabezas tan complejos que ni las mentes más brillantes de toda una generación son capaces de resolverlos. Te crías bebiendo de libros que hablan de estas historias: de la fuerza, de la pasión y de la razón, del espíritu y de la amistad. De cambiar el mundo con la fuerza de tus hombros y la limpieza de un apellido. Pero de lo que nunca te han hablado es de la fortaleza mental que tienes que tener para lograrlo. No te hablan de las horas de sacrificio silencioso que te acompaña cada día, cada noche a la que se le roban horas. No te hablan de las renuncias personales de esos héroes de leyenda, ni de las consecuencias que tienen las batallas y las guerras en su cabeza. No te hablan de la importancia de la salud mental, ni de que para poder ganar la

Intramuros

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Durante toda la historia los muros se han levantado con la intención de defenderse. Desde la Muralla China hasta las paredes que defienden el Castillo de la Palma de Mugardos, pasando por cada rincón y edificación que se levantó con la intención de ganar una posición, de defender un territorio y una causa. Los muros siempre se acompañan de foso, de aceite hirviendo, de arqueros y de trabuquetes, de todo cuanto sea necesario para la defensa del castillo y aguantar un asedio. Pero a veces se dan situaciones en las que los muros no son para defender una tierra, si no para aislar a otra. Hay muros que se levantan con la intención de hacer de cordón sanitario, preventivo o no. Y cuando eres el que está al otro lado de ese muro, tienes dos opciones: O luchar por derribarlo, o usarlo como peldaño. De usarlo como escalón para defender aquellos con los que compartes pisada.

Punto de apoyo

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El peso del sello, el peso de la corona, el peso de la capa. El peso de la responsabilidad de haber sido señalado, el peso de saber que eres quien tiene la obligación y la potestad de cumplir con el compromiso adquirido. El peso de lo que supone el mando, el peso de la cadena que pende del cuello, de la espada en la mano y de la lanza, del escudo y de la daga. De las decisiones tomadas y de las que están por tomar. El peso que pesa, que cuando se mantiene, fortalece. Pero que cuando se soporta durante mucho tiempo, lesiona, y que de forma indefinida, mata. Y ahí es donde radica la clave de todo, en que puedes sostener el mundo sobre tus hombros como Atlas, o puedes apoyarte en quienes sabes que siempre estarán ahí: los verdaderos amigos. Que si te dan un punto de apoyo para mover el mundo, no renuncies a quien puede ayudarte a mover el Universo.

Furia

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Como cuando te atrapa una niebla tan densa que no puedes moverte, pero existe esa voz dentro de ti que te dice que no te des por vencido. Te preguntas muchas veces   “¿Cómo hago para enfrentarme a algo tan grande?” y te das cuenta de que si bien no es fácil, la respuesta la tienes en ti; en no perder la fe en tu fuerza, en no perder la fe en ti mismo. No entiendes nada, pero notas como el vello de la nuca   y de los brazos se eriza cuando tomas la decisión de verter hasta la última gota de tu energía en esto. En comerte la oscuridad a bocados para que perdure la luz, en golpear tan duro con tu puño que la honda expansiva haga que se muevan arboles, ríos y pueblos.   Que en la vida siempre pasan cosas buenas y cosas malas, la clave es arriesgarse a que pase algo. Arriesgarse al movimiento que produce el movimiento. En no ser la rana dentro de la olla hirviendo, que cuando quiere saltar para salvarse, se da cuenta de que ya no tiene fuerzas para hacerlo. 

Instinto de manos

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Que no te soltarán la mano significa que tu cuerpo ha ganado una nueva prolongación, una nueva extremidad y un nuevo cerebro. Que cuenta con otra persona con la que compartirás equipo, y que hay batallas que aunque estés solo pala librarlas, tendrás a alguien animándote y aconsejándote desde la esquina de ring. Qué extraña es esa sensación, y en especial, acostumbrarse a ello. Venir de toda una vida en la que nadie comprendía tus metas y tus sueños, y que de la noche a la mañana aparezca quien esté dispuesto a espantar tus miedos con un fuego que brilla con más intensidad que el fuego eterno. Ganas también un nuevo par de pies, que caminarán a tu lado, y un corazón que tienes la responsabilidad de cuidar, proteger y valorar, o por lo menos, es lo que te dice el instinto. Y el instinto nunca se equivoca; que un suspiro son segundos, pero lo que uno siente de verdad, es para siempre. Como las buenas sorpresas que te da la vida.

Abnegación

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Te reto a que te enfrentes a la prueba más difícil. A que pongas una de tus canciones favoritas a todo trapo en el ordenador o en el equipo de música, que cojas una silla, y te sientes delante del espejo. Te reto a que te retes. A que luches contra la persona que pone todas las zancadillas más allá de la mala sangre de terceros. A que mires a los ojos a quien te taladra la cabeza por las noches con ideas absurdas que te quitan el sueño y que, finalmente, no terminan por suceder. Te reto a que seas valiente; a que golpees primero, duro y bien. A que barras como un tsunami la costa conocida sabiendo que el 99% de tu vida, depende de ti. Solo de ti. De las decisiones que tomas y de la fuerza de tus actos. Del ímpetu. De las ganas y de los cojones que le eches, y que si caes, te levantas. Aunque sea hecho un mar de lágrimas, pero sin dejar de luchar. Así, hasta que con las rodillas llenas de sangre y con las manos rascadas, con la cara llena de moratones y las costillas rotas, llegue

De reencuentros y despedidas

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Me encontré mirando al atardecer despidiéndome de un viejo amigo. Mirando como el sol se hundía en el horizonte demostrando que el tiempo no para, aunque lo desees con todas tus fuerzas; que los días transcurren y que lo que uno se lleva de su paso por este mundo, son los besos, las caricias y las carcajadas que lo llenan todo. Me encontré con ese chaval de cicatriz marcada en la sien izquierda que tenía la mirada perdida porque no encontraba su lugar. Que vivía con el corazón fortificado de roca, mar y sal. Ese crío que soñaba a lo grande y que sin darse cuenta, comenzó a cumplir sus sueños por muy imposibles que pudieran parecer. Me encontré sin querer con la intensidad y con la pasión. Con la locura del corazón desbocado y la energía que se expande con cada latido. He honrado a quienes han partido hacia otras tierras y otros sueños, y he cogido fuerzas para seguir combatiendo al lado de los de siempre, de esos que no fallan nunca. Hemos vuelto del exilio, y vamos a arrasar com

Duces et tyrannus

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Se dice que un jefe es aquel que necesita imponer usando su cargo, y que un líder es quien motiva con sus ideas. Se dice que el jefe necesita demostrar su dominio sobre los demás, mientras que el líder no necesita ni vivir de falsas apariencias. Se dice que el jefe es una autoridad impuesta, pero que un líder no necesita de imponer su autoridad. Uno es falso, otro, auténtico. A menudo se confunden el no demostrar carácter con el ser una buena persona, cuando ha sido la propia vida a lo largo de los años la que te enseña cuando uno debe de mostrar la dureza de sus palabras y de sus actos, y cuando no hacerlo. De igual forma que la vida te enseña que el que no la hace, no la teme, te enseña que el karma siempre acaba devolviendo todo a su lugar; termina por arrodillar a los orgullosos y devuelve a quienes alardean al mundo de los vivos. Ejecuta aquello del “dime de qué presumes, y yo te diré de qué careces”. Y es que las grandes elecciones que he podido realizar a lo largo de mi vi

Rosa de invierno

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Y es que cuando has vivido conoces lo bueno y lo malo. Sabes lo que quieres albergar en tu corazón y aquello que has desterrado. Tienes la conciencia de quién quieres ser, cómo quieres serlo, y el precio que estás dispuesto a pagar por ello. Cuando tienes la mente despejada y la meta clara, sabes qué es lo que necesitas en tu vida y sabes que no hay camino que no se difumine, pero que la templanza en los momentos de zozobra es lo que distingue a un jefe de máquinas de un marinero. Sabes lo que significa la incomprensión, las dudas y la ansiedad. Sabes lo que es compartir cama con el demonio del miedo y lo que supone confiar en uno mismo para salir adelante, porque hay batallas que te gusten o no, es necesario librar solo. De igual forma que Squall liberaba la furia del Lionheart sobre Artemisa, de la misma forma que Noctis liberaba las Armas Ancestrales de los antiguos reyes en su duelo a muerte contra Ardyn.  Porque no es cuestión de sobrevivir, sino también de florecer; porque

Despertar del Ocaso

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A veces es necesario caminar por el fondo del mar para acostumbrarse a la presión. A veces, es necesario hacerte fuerte como una roca para poder seguir caminando, quizás porque el sendero transcurra por zonas desérticas y sin agua, y para sobrevivir, necesites saber lo que es tener en el cuello la guadaña de la parca. Las personas se pueden dividir entre los que se crecen ante las adversidades y aquellos que se dan por vencidos, en aquellos que lloran y se quitan la mierda que llevan encima para coger aire y seguir caminando, o aquellos que dejan que los sepulten y los den por muertos. Y aquí es la clave de todo, aquí es donde está el kit de la cuestión. En tener el suficiente coraje para no darte por vencido por muy dura que sea la contienda, por imposible que parezca el objetivo; porque no hay mayor derrota que el renunciar a ser quien eres, y porque no hay más orgullo que el levantarse y el seguir vivo.

Fusión fría

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Es como cuando te subes encima de una silla, pero después la silla está sobre una mesa, la mesa sobre el tejado de la casa y la casa en la cima de un rascacielos. Y miras abajo, y sí, que aunque no tengas ataques de vértigo la biodramina no viene mal. Habrá quien te diga que es una completa locura el complicarse la vida, que te vayas a lo fácil y a lo relajado, a algo que te permita subir fotos postureando en la playa en IG pero que también te haga sentir ocupado, y es que las cosas que de verdad merecen la pena no se consiguen desde una tumbona. O sí, el Euromillones hay que jugarlo, pero no conviene arriesgarlo todo a esa carta. Ningún comienzo es fácil, y menos cuando empiezas no desde cero, pero tampoco en la posición de pasar de cero a cien en menos de lo que se tarda en inyectar diésel en un motor. Pero hay algo, un algo que no sé lo que es, que está dentro. Ese corazón que late en el lado derecho del pecho cuando tomas decisiones movidas por el instinto, y que sabes que

Lose to win

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Ganar no es llegar a un objetivo, ni batir a tus adversarios, ni tan siquiera tener una medalla colgando del pecho o unos galones sobre los hombros; ganar es mucho más que ser el que tiene el pulgar hacia arriba cuando acaba el combate. Sí, el camino es el más difícil cuando se camina que cuando se traza sobre el mapa, y es curioso como lo que puede ser un solo sendero se termina bifurcando en decenas de miles de múltiples caminos entre los que siempre tienes que acabar escogiendo por tu propia voluntad. Por seguir lo que el instinto te pide, un instinto que llevaba tiempo dormido, quizás agotado, y que por fin comienza a despertar de su letargo. Que por fin ha empuñado de nuevo la espada que tanto tiempo atrás decidió empuñar con el objetivo de ser esa estrella que no apague, si no que ayude a otras a brillar. Porque ganar es perder el miedo a darse por vencido sabiendo que es algo que nunca harás; porque ganar no es llegar a un objetivo, ganar es descubrir que no tienes miedo a

Overcoming

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No hay un día marcado en el calendario, tampoco ninguna conjunción astral. Simplemente ese día llega, sin darte cuenta. Cuando lo hace no es como si todo fuera una explosión de alegría y de júbilo. Eso dura el primer día. Quizás como mucho el segundo, pero es en los sucesivos, cuando paras a pensar no solo en el camino, que es largo, si no en los sacrificios. Piensas en todo a lo que has renunciado, a las batallas consecutivas, día tras día y apenas sin descanso, manteniendo siempre la cabeza alta y los hombros erguidos como si nada de importara, impasible a las dagas que cruzan el aire. Y es que cuando cesa la batalla, cuando has ganado, todo ese cansancio acumulado, las noches sin dormir y los nervios a flor de piel. Todo eso te pasa factura. Y te hace fuerte. Porque el sabor a hierro debajo de la lengua es el caramelo al que te has acostumbrado, y porque como decía el opening de una gran serie: sin permitir que nadie consiguiera disuadirles de abandonar su hazaña, partieron

Medida #99

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Y es como las batallas de antes, en las que recuerdas por un instante todo el sacrificio realizado. Es como cuando caen las gotas de lluvia sobre el mar y sobre ti, como cuando las lágrimas de impotencia que derramaste durante años por las frustraciones, los golpes y las palizas obtienen su recompensa. Es el volver a empuñar espadas antiguas; como recuperar a un viejo amigo que está hecho a tu medida y que te ha acompañado en el fragor de cada batalla, de cada campaña y de cada cruzada. Es volver a pedir el favor de la Gran Dama. El sentir su susurro antes de comenzar la batalla y el aliento de los que como antes de ti, sacrificaron hasta su último aliento por un sueño que se escapa de la razón y de la comprensión. Porque puedes tomar cien medidas, que te darás cuenta de que la medida noventa y nueve es la tuya. Porque después de darlo todo, siempre te acabas sorprendiendo al ser capaz de dar un poco más.

Charter Party

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Es como tener las ideas claras en medio de una tormenta; como sostener el timón firme con los golpes que dé el mar, como los claros que se abren en medio de las nubes cuando alrededor la niebla es espesa y húmeda. Que esto va de momentos de zozobra y de bancos de arena, de arengas en medio de la nada y de jornadas de calma chicha sin que el viento pueda hinchar las velas. De cabos de esparto y sangre en las manos, de piel quemada bajo el sol de justicia sin agachar la cabeza. Que esto se trata de ser capaz de mirarte al espejo, de vivir sin haber empeñado tu palabra en vano , con independencia de que otros no hayan cumplido con la suya para contigo . De ser fiel a tus ideales sin necesidad de dejar muertos por el camino. Y que tal vez como decía el capitán Edward Teague, guardián del codex de Morgan y Bartholomew, de que no se trata de vivir para siempre, si no de vivir siempre para con uno mismo.

La conjura del agua

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Dicen que el agua lo cura todo. Que limpia las heridas, que calma la sed y que es la fuente de la vida. Dicen que en el agua, cuando nos sentamos a los pies del mar, se almacenan todos nuestros pensamientos, nuestras dudas y nuestros quebraderos de cabeza. Dicen, que si nos sumergimos en el agua, volvemos a nacer. Dicen que cuando llueve se nos purgan las malas energías; que cuando el viento y la lluvia nos embisten desde los cielos es para arrancarnos todos esos malos pensamientos y mandarnos el mensaje de nuestros ancestros de que no debemos rendirnos. De que Poseidón y Eolo no se dejaron nunca ganar a las partidas de cartas,   ni Blas de Lezo entregó Cartagena de Indias a quien pasaba por allí. Somos agua y viento, somos la fuerza de nuestros pensamientos y las ganas de nuestro corazón. Somos las gotas incesantes que revientan la piedra con su persistencia y por ende, la tenacidad encarnada. Porque si el agua es la fuerza motriz de la naturaleza, que también lo sea nuestro tes

Polifonía

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Quizás, si un día pusiéramos en una balanza nuestros temores, nos daríamos cuenta de que el plato del contrapeso lo tenemos vacío. Que tendríamos que llenarlo de razones y motivaciones para enfrentarnos a todos esos miedos que, por supervivencia, nos hacen quedarnos dentro de nuestra zona de confort. Quizás, en lugar de medir los días en horas, tendríamos que medirlos en el número de veces que realizamos algo por primera vez, o quizás en el número de miedos a los que nos enfrentamos. A esos terrores absurdos como es el subirse a una montaña rusa, o cuando pruebas el pepino y la soja pensando que saben a rayos y terminan dándote una sorpresa. Porque con miedo uno nunca arregla nada, porque fingir no es vivir, y porque todos los días de tu vida, los buenos y los no tan buenos, te han estado preparando para este momento; para el momento en el que decides ser feliz.

Antepenúltimo peldaño

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No sé si será el antepenúltimo, el penúltimo, el último, o tan siquiera si estaré a los pies de la escalera. Desconozco lo que vendrá después, las posibilidades que ofrezca el destino y las puertas que tenga que abrir, bien sea usando una ganzúa o un AK-47 si no encuentro la llave. Pero sí sé todo el tiempo que he dedicado a prepararme para ello. Sí que conozco la sensación de la frustración cuando por mucho que has trabajado, las cosas no acaban de salir y solo te queda el seguir esforzándote; Seguir luchando y seguir peleando como una gota de agua que tiene como objetivo destruir una montaña. Los retos no asustan, nos hacen crecer. Son las situaciones complejas quienes son capaces de sacar lo mejor que hay en nuestro interior, y es nuestra decisión el decidir si les plantamos cara a esas situaciones, o si por el contrario las dejamos pasar. Porque al fin y al cabo, somos nosotros mismos quienes decidimos hasta donde queremos llegar, hasta donde queremos escalar, y hasta donde q

Cimientos

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Un día miras al cielo y recibes una llamada, y es la confirmación a una de esas grandes gestas por las que tantos años llevabas luchando. Una de esas causas pendientes que tienen que ver con la sangre y el pasado. Durante un instante te sientas en el suelo y miras hacia arriba, jugando con cada agujero en el tejado a identificar la constelación de Orión, a saltar en la cama del recuerdo mientras le pedías a un tal Mario que bajara del armario, a recordar la banda sonora de Pokémon mientras las meigas se descolgaban por el agujero de la escalera. Porque este lugar era en el que hacía frío terrible en invierno y un calor asfixiante en verano. Porque era desde donde se oteaban los barcos que atracaban en la ría, y desde donde se vislumbraba un futuro más allá de las praderas y de los montes. Porque este fue el epicentro de la historia que quería vivir, y ha llegado la hora de comenzar a vivirla. Porque quizás como decía Mewtwo: Las circunstancias en las que uno nace no tienen import

Cuando lo fácil aburre

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Reconozco que no hay nada que más aburra que el darse por vencido sin luchar y, sobre todo, sin decir lo que uno piensa, al igual que reconozco la enorme pereza que siento de quienes se creen los reyes del baile pero que no hacen otra cosa que bailar a solas. Reconozco que lo fácil y sencillo es lo que tiene la mayoría; lo común y lo mundano. Que se quiere algo caído del cielo y que no sea necesario cuidar, y que funcione con la inercia de los movimientos de Laplace. Que se cuide solo porque vivimos en esa sociedad donde lo roto se tira y se compra algo nuevo, ya no se repara. Reconozco también que una de las cosas que más me gusta de mi oficio como maquinista naval, es el de reparar cosas. El de mancharse las manos para que algo funcione, el de dar lo mejor de uno con cada apriete de tuerca no para meterle más presión, si no para que el ajuste sea fino y al milímetro. Para que el motor siga ronroneando y aplicando par de fuerza. Reconozco que lo fácil aburre y que lo difícil no

Tetrafantasía

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No sabría cómo describir la sensación. Es la misma, sea cual sea el aeropuerto. Sea cual sea el número del avión o la ruta, pero es la misma sensación; Es la sensación del calor en el estómago, de la música adecuada sonando en los cascos, del corazón desbocado, de la intensidad de los pensamientos que te llevan al mismo punto de siempre: que no hay miedo a volar. Que no hay miedo a enfrentarse a lo que venga. De tener la certeza de que vuelas sin mochilas porque la única mochila que tienes es la tuya, con tus rarezas como todo hijo de vecino, pero con la ilusión de un niño que tiene delante la oportunidad que muy pocos tienen. Puede ser cierto eso de que hay gente que nace con estrella, y otra que nace estrellada, pero prefiero quedarme con esa enseñanza de que cuanto más te sacrificas, cuanto más arriesgas y cuanto más te entregas; más ganas. Por eso de cumplir la máxima de que la suerte siempre ha favorecido a los audaces. Que lo siga haciendo.

¡A lo desconocido!

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Lo caprichoso que es el destino sirve para recordarte que en esta vida ni nada es fácil, ni nada se regala y que todo tiene un precio. Hace unas semanas cuando comenzaba con la tesis doctoral, un consejo que me dio un veterano catedrático era que si tenías un objetivo, fuera a por él. Que fuera sin contemplaciones y sin reservas, y lo diera todo cada día por lograr ser el mejor en el ramo, y aunque fuera un poco un día desanimado, era más que nada en el día más animado que tuviera. Pero seguir ese camino no es fácil. Primero porque serás un incomprendido y a veces hasta un obsesionado, y segundo porque es extremadamente raro encontrar quien esté dispuesto a acompañarte en esa obsesión, que sepa valorar los sacrificios personales como propios. Y un día sin saberlo llegas hasta una línea que no sabías ni que existía, y de pronto todo cambia. Las palabras ya no solo dejan de serlo, si no que tienen que convertirse en actos. Así que solo quedan dos opciones: o quedarse sobre la línea

Sinvergüenza

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Esto no va de palabras del diccionario, porque trasciende a lo que significan. Porque no hay forma de describir con una sola palabra que le haga justicia a esta sensación que va más allá de la palabra “libertad”. A la maldita e increíble sensación de ser un sinvergüenza en el más desvergonzado y cariñoso término de la palabra. He descubierto que tengo la integridad suficiente para aceptar y aceptarme. De no destruir individualidades, si no de fomentarlas y de construirlas, y de que eso está por encima de todo. Porque es cierto que la libertad es el más alto grado que existe en el amor. ¿Cómo puedes dominar a la persona que quieres? Sencillamente no lo haces, y no lo haces porque no hace falta para ser feliz. Y eso lo aprendes con la vida, con los años y la experiencia. Y de que cuando consigues eso, puedes subir de escalón en una escalera cuyo siguiente peldaño es toda una incógnita. Una maldita incógnita que se resuelve mediante integrales; de áreas que se encierran debajo de la c