Sinceramente magia
Hay una serie de preguntas que todos ocultamos en el subconsciente; que todos tenemos miedo de hacernos, y de las que sabemos la respuesta.
Son esa clase de preguntas que no queremos hacernos porque de verbalizarlas, de pronunciar esas palabras en alto, sería como el hacer de los pensamientos una realidad. Sería como confirmar que los demonios existen, y que tienes que enfrentarte a ellos. De hecho, a esto podríamos bautizarlo como el Axioma del Cornelius.
Para aquellos que compartan frikismo con un servidor, recordarán como en la quinta parte de la saga de Harry Potter, el Ministro de Magia, Cornelius Fudge, renunciaba por activa y por pasiva al regreso de “aquel que no debe ser nombrado” para después marcarse un petrificus totalus tras una de las mejores batallas mágicas de todos los tiempos en la sede del Ministerio.
Y es que “Aquel que no debe ser nombrado” existe, y aunque no queramos admitirlo, duerme, come y caga con todos y cada uno de nosotros.
Porque todos tenemos un Lord Voldemort que se pasea por nuestro interior como uno de esos miedos ocultos a los que no les ponemos nombre por temor a enfrentarlos. Por culpa de ese miedo a darles un cuerpo, por pánico a darles carne y sangre, y con ello, la capacidad de que se materialicen delante de nosotros.
Porque la omisión también es un síntoma de cobardía, y no hay mayor acto digno de lealtad y cargado de magia, que elevar la voz por toda causa que nazca del fondo del corazón.