Furia
Como cuando te atrapa una niebla tan densa que no puedes moverte, pero existe esa voz dentro de ti que te dice que no te des por vencido. Te preguntas muchas veces “¿Cómo hago para enfrentarme a algo tan grande?” y te das cuenta de que si bien no es fácil, la respuesta la tienes en ti; en no perder la fe en tu fuerza, en no perder la fe en ti mismo.
No entiendes nada, pero notas como el
vello de la nuca y de los brazos se eriza cuando tomas la decisión de
verter hasta la última gota de tu energía en esto. En comerte la oscuridad a
bocados para que perdure la luz, en golpear tan duro con tu puño que la honda
expansiva haga que se muevan arboles, ríos y pueblos.
Que en
la vida siempre pasan cosas buenas y cosas malas, la clave es arriesgarse a que
pase algo. Arriesgarse al movimiento que produce el movimiento. En no ser la
rana dentro de la olla hirviendo, que cuando quiere saltar para salvarse, se da
cuenta de que ya no tiene fuerzas para hacerlo.