Antagonista
Orinque,
crujía, noray, bulárcama, pantoque, borda, nudo, brújula, compás. Hubo un clic
que sonó en mi interior cuando palabras como estas se repetían con la pasión
que caracteriza a quienes no hemos dejado de vivir vinculados a la sangre acuosa
de la Mar Océana.
Fue como
un tirón; como el despertar de un sueño extraño en medio de la noche en el que
no sientes angustia de la pesadilla, pero tampoco el placer de haber
descansado. Como el comienzo de la lluvia al caer que primero incomoda, pero que
después te hace ser uno solo con ella.
Fue el
recordar todas las lágrimas que se vertieron mientras se andaban caminos ahora
abiertos; fue el sentir las grandes victorias que sucedieron a las pequeñas derrotas.
Fue el saber que estaba perdido, y que me he vuelto a encontrar.
El saber
que la única persona a la que no debo de fallar es a quien me ha traído hasta
aquí; a quién en la soledad de la oscuridad y encogido en una esquina pasó
una manta sobre el hombro para decir: no te rindas.
Que es
la hora de pensar en uno mismo, en lugar de pensar en los demás y en sus
sueños. No hemos llegado hasta aquí para quedarnos a las puertas de vivir, y
que la vida me perdone los momentos que no supe vivir por ello.