¿Por qué no?
Si algo
enseña el deporte es que sin sacrificio nunca podrás conseguir nada. Que lo que
cae del cielo en su gran parte es lluvia, o la cagada de algún pájaro. Incluso
hasta una teja suelta si hace mal tiempo.
El
deporte te enseña y te obliga a cumplir, aunque las circunstancias no sean las
mejores. Te obliga a hacerte mentalmente fuerte, a curtirte, a llevar golpes
con barras de acero para hacerte duro, rápido y… ¿por qué no?, también algo más
listo.
Te
enseña a seguir tu propio camino, a tomar decisiones difíciles y a no fallarte.
Sobre todo, a no fallarte. Te enseña a luchar por tus metas y por tus sueños;
te enseña a decidir y a discernir las gamas de grises que hay entre los blancos
y negros.
Y es que
hay decisiones que en ocasiones dan miedo… Pero quizás no debas tenerlo, y menos
a seguir siendo un árbol torcido, porque como reza un antiguo proverbio chino: El
destino de los árboles rectos es terminar como tablones, cuando los torcidos siguen con su vida.
Sigue
adelante, cierra etapas y nunca dejes de creer en ti mismo, y si no eres capaz
de hacerlo, por lo menos fíate de quienes te quieren y confían en ti. Pero nunca
dejes de creer.