Statu Quo
No
sabría bien como definirlo; si como un calor en el vientre que irradia a todo
el cuerpo o como una corriente eléctrica que te recorre desde la cabeza hasta
los pies.
Es como
un minuto de limpieza mental; el ver a través de las brumas y cruzarte durante
un fractal de segundo con la meta, con la tan ansiada meta que está después del
bosque de espinos, de las partidas de ajedrez y de los juegos de pociones.
Es como
esa ansiedad que tienes que aplacar cuando te dicen que te queda un minuto de
serie de entrenamiento, como las ganas de que pase el tiempo centrándote en el
punto B, en lugar de disfrutar del camino que hay desde A.
Es el
tener la consciencia de que todo irá bien, de que estás preparado para los
retos que vendrán, y que siempre habrá un lugar al que regresar. Siempre habrá
un hogar esperando y un plato encima de la mesa, un techo sobre el que
resguardarse y la certeza de que el que no arriesga, nunca gana.
Hemos
arriesgado hasta ahora y tampoco nos ha ido tan mal. Porque escoger el camino
difícil siempre ha sido una seña de identidad, y porque los caminos fáciles,
siempre te llevan hasta donde han llegado todos los demás.