Gotas de arena
Siempre es bueno elevarte sobre las montañas para coger perspectiva. Para echar la mirada sobre el suelo y la puesta de sol, sobre el ocaso del tiempo y de la tierra.
Y es cuando estas a miles de pies de altura que piensas en lo difícil que es no hacer nada. Que complicado es aprender a que hay tiempos que son inamovibles o circunstancias que se escapan a tu control. Y como jode. Y como frustra.
Aquellas
personas que no podemos quedarnos quietas en una silla viendo la vida pasar
tenemos un problema con ello, y es que saboreamos cada gota de sudor en medio
de la batalla como el néctar que beben los mismísimos dioses.
Con los
años aprendes a ser paciente; aprendes a trabajar en lo que está bajo tu
control y a dejar de controlar lo que quiera que pueda hacer el resto, porque
cuando tu responsabilidad descansa en el trabajo de tus hombros, es cuando la
conciencia está realmente tranquila.
Será el Universo
quien te otorgue esa pizca de suerte que significa que lo que deseas, es lo
mismo que él tiene guardado para ti. Mientras ese momento no llegue, trabaja
duro y disfruta de cada segundo como si fuera a ser tu último segundo con vida.