Palabra y convicción
No fue la suerte que aparece de la noche a la mañana, ni tampoco el maná que cayó del cielo. No fue el sentir del universo ni tampoco los amarres o la brujería. No fue magia ni hechicería. No, no fueron cuentos de hadas ni tampoco fueron los cuentos de viejas. No fue una leyenda.
No fueron los ruegos en la noche ni las plegarias de la mañana. No fueron los brazos cruzados mientras el mundo se desmoronaba. No fueron las derrotas a las que hubo que sobreponerse, ni tampoco las batallas en las que solo hubo muerte, caos y destrucción.
Fuisteis vosotros, fuiste tú. Fue el esfuerzo constante cuando solo caían puñales del cielo. Fue el no renunciar a seguir adelante por los demás, fue el no ser egoísta. Fue el ser buena persona y el buscar siempre el bien común.
Fueron las decisiones diarias, las caídas en las que os pusisteis en pie; fue el seguir caminando cuando más difícil era hacerlo. No fue, ni es, suerte, fue el sacrificio conjunto por buscar un mañana mejor. Fue la decisión más difícil. Fue la decisión de nuestra vida; la mejor decisión de nuestra vida: decidir hacer historia.
Y la haremos de nuevo.