Las piedras también lloran


¿Te atreves a vivir? ¿Te atreves a sentir la intensidad de la vida hasta el punto en el que sientes como se te eriza el vello del cuerpo? ¿Te atreves a dar ese paso al vacío mientras sueltas una carcajada?

Es que es en estos momentos en los que se debería de medir la vida: en las risas y en los saltos al mar desde el borde de un muro, en tardes de sudor y esfuerzo, en buenos momentos. En ser feliz. Inmensamente feliz. Hasta el punto de no evitar sonreír cada instante.

Y cuando llegas a ese momento, cuando llegas a ese punto en el que mides lo bien que te va el día en función de las veces que has sonreído, te das cuenta de que estás en el camino correcto. En el camino de verdad. En el camino que escogiste y que tantas lágrimas en secreto, y que en algún momento no lo han sido, te ha ocasionado. Porque a veces, las piedras también lloran.

No, no ha sido un paso atrás, es un paso adelante que te permite ver más allá. Que pone rumbo a la delgada línea del horizonte. 

Nuevos caminos, nuevos retos, nueva vida. 



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