Antifragilidad
La
semana pasada, en una de las reuniones a las que asistí por trabajo, una
profesional vasca dio a conocer el término Antifragilidad. Su autor es Nassim
Nicholas Taleb, ensayista, investigador y financiero libanés, y establece lo antifrágil
como algo que está más allá de la resiliencia o la solidez. El resiliente
resiste los choques y permanece igual, lo antifrágil mejora.
Lo antifrágil
necesita del Caos para sobrevivir y florecer. Su adaptación constante al medio,
como una evolución de la filosofía nipona del Kaizen, que aborda la mejora
continua, y lo lleva al siguiente nivel. A ese nivel que te equipara con la
máxima de que el crecimiento proviene de la soledad de uno mismo.
Creo que
lo antifrágil puede adaptarse como forma de vida; la necesidad de sobrevivir en
un mundo en el que cada vez es más difícil confiar y al que enfrentarse, donde cada
vez es más necesario no reponerse de los golpes, si no absorberlos para fortalecer
tu estructura.
Como la Hidra
de Lerna, a la que le cortan las cabezas y siguen creciendo, como todo lo malo
que pasamos y que nos hace más fuertes. Porque no es lo que
queremos, es lo que necesitamos. Porque no es lo que nos gusta, es lo que nos
conviene. La vida se encargará de enseñártelo.