Frío y lluvia
Recuerdo que una vez me dijeron que a mi no me gustaba el frío, si no las cosas que se podían hacer para compartirlo: el estar tapado con una manta en el sofá con la estufa de leña encendida, el chocolate a la taza, la lluvia y los truenos rompiendo contra el tejado…
El frío no le gusta a cualquiera. Es rara la persona a la que le gusta que el agua le cale hasta los huesos mientras parece que el cielo se viene abajo. Mientras el mundo se desploma sin saberlo.
Llueve y hace frío, una vez más. Llegando a ese punto al que se debía llegar, a ese lugar donde la columna de agua alcanza la máxima cota y la máxima presión. Ahí abajo, donde el frío y el agua son lo único que te rodean, y el único calor que puedes sentir es el que se encuentra refugiado en tú interior.
Y que cuando se llega al fondo, sólo queda subir hasta arriba. Somos lo que hacemos, somos lo que defendemos, somos lo que protegemos.