Lo más importante
Los rodamientos de una Puch como mis primeras canicas. Las primeras vueltas que dio una peonza en la mano. Los tornillos que escondí dentro del trasportín de la moto que había que entregar en ese mismo día. La colocación de los mostradores y de las verjas en el taller. El ruido de la persiana al levantarse, y la locura que era cerrarla.
El carburador que arreglé con doce años y la moto sobre la que me sentaba con dieciséis. La paga a escondidas. Los trabajos en verano reparando portales. Los domingos de ir a correr a la playa por la mañana y los baños en el mar.
La frase que llevo tatuada que nos salió del alma. El gran consejo que me diste de que “si entras en política, no dejes de estudiar”, y que he llevado a rajatabla. Las promesas cumplidas. Los sábados de pizza y los domingos de desayunos. Los goles de cuartos de final de Champions y los te quiero que te dije antes que te fueras. Las lecciones aprendidas y los momentos más duros, pero siempre juntos.
Porque el sol siempre venció a la niebla. Siempre. Y donde quiera que te encuentres, nunca me olvido de ti. Y hoy, hoy más que nunca, te noto más cerca. Lo hemos logrado, viejo. Lo hicimos.