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Efecto espejo

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Si cuando entrenamos nuestros músculos se desgarran para crecer, ¿por qué sería diferente para la mente o el espíritu? No, no es cierta esa idea romántica de que el cambio es agradable; un cambio de verdad, lo que se llama “cambio transformador”, es duro, es demoledor, es solitario y es terrible. Es la fina línea llamada dolor que hay entre la exhalación y el desfallecimiento y, por eso, el dolor te cambia. Sigmund Freud decía que “ si el sufrimiento realmente da lecciones, el mundo estaría poblado de sabios. El dolor no tiene nada que enseñar a quienes no encuentran el coraje y la fuerza de escucharlo ”. Y es que cuando decides escucharlo no sabes el tiempo que puede durar ese proceso. Pero un día se acaba; te despiertas en plena noche de un fin de semana con un clic en la cabeza y te despiertas inundado por ese sentimiento de determinación que renace y que durante tanto tiempo te faltó. Porque si hay quien tuvo determinación cuando a ti te faltaba, ahora el paso es tuyo. Que

Tierra

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En el libro de “Los cinco anillos”, escrito por el samurái y estratega del periodo Edo japonés Miyamoto Musashi y, más concretamente, en su Manuscrito de la Tierra, el guerrero y filósofo nipón escribió que: Aunque os esforcéis diligentemente en vuestro propio camino día tras día, si vuestro corazón no está de acuerdo con él, aunque penséis que estáis en el buen camino, no será el auténtico camino. Si no seguís un auténtico camino hasta el final, una pequeña maldad al principio se convierte en una gran perversión. Que tomar riesgos calculados no es lo mismo que ser un imprudente; que seguir una convicción no es lo mismo que ser un pasional irracional; que acallar el corazón por hacerle caso a la cabeza no es sinónimo de ser racional. Esto es algo que el samurái tenía bastante claro como pensador. Uno no puede estar huyendo toda la vida de lo que siente; los sentimientos y las sensaciones se viven y se atraviesan, no se esquivan. Y es que a veces vale la pena enviar un mensaje c

1.000 demonios

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Hay películas que te marcan la vida. En mi caso, una de ellas fue la épica de Willow; una joya que tiene más años que un servidor y que fue un referente para los frikis de Dragones&Mazmorras, la Historia interminable o las Crónicas de la Dragolance. Cuando creces lo haces enfrentándote a orcos, a trolls y a demonios; aprendes que el espacio personal, cuando te lo piden, puede medirse en unidades de tiempo, y que puedes aprovechar ese tiempo para no dejar de cambiar en busca de tu mejor versión. Del prime. De ese maravilloso momento en el que se conjuran cuerpo y mente; lo que piensas y lo que sientes. Y si Fin Raziel, la maga blanca condenada por la maldición de la temible Badmorda, fue capaz de sobrevivir a múltiples transformaciones corpóreas hasta lograr recuperar su forma y, con ello, sus poderes, tú no deberías de ser menos. Por seguir enfrentándonos a 1.000 demonios más y rebasar los límites. Porque un auténtico caballero, siempre cumple con sus promesas. Aunque, y co

Balcones

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En ocasiones te recuerdas eso que decían las abuelas de que las cosas suelen empeorar antes de mejorar. Que la vida son montañas rusas en las que tienes que aprender que los loopings hay que darlos con las manos aire y que aguantar la respiración siempre ayudó a relajarse. Kant decía que si evitabas los errores no serías capaz de vivir. Que tenemos que aprender a saber qué es lo que no nos gusta para apreciar lo auténtico, lo que nos llena, lo que nos motive a seguir adelante. Que la vida se vive a sorbos; día a día y minuto a minuto. Como si fuera el último de tu existencia. Porque como me dice una muy buena amiga: siempre te encontrarás alguna putada con balcones a la calle. Sólo debemos recordar que somos nosotros mismos los que escogemos la forma en la que nos afectan las cosas. Que nosotros somos los dueños de nuestro destino.

Mon destin

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Que no te importe si los demás te ven raro por ser fiel a tus creencias o a ti mismo; quien te quiere no necesita de tus explicaciones, quien te odia no las escuchará, y quien no pertenezca a alguno de estos dos grupos, se la bufará por completo. La clave de todo siempre es no perder el norte. Como me escribía un lector de este blog la semana pasada: la aceptación no pocas veces es la única salida para recuperar el equilibrio y, para saber aplicarla cuando realmente se necesita, se precisa de entrenamiento, como tantas otras cosas en la vida. Da igual que te juzgue quien no lleva tus zapatos; nunca te conviertas en esa clase de personas que prefieren complacer a los demás renunciando a ser uno mismo, que prefieren desgastarse viviendo una vida para la que no han nacido. Ser auténtico te traerá tanto amor como odio, y odio, especialmente, de quienes no pueden domarte. Porque si escoges el difícil camino de ser fiel a tu corazón, tarde o temprano descubrirás que todo vale la pena.

Ki

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Uno de los conceptos que existen en la filosofía oriental es el Ki y, para que nos entendamos, podríamos definirlo como nuestra energía interior. No todas las personas tienen el mismo tipo de Ki, aunque fundamentalmente se agrupan en dos tipos: los hay que tienen un Ki duro que bebe de la fuerza, de la intensidad y del dominio de la ira, que en Kenichi definían como “Dou”, y los hay que lo tienen más suave y fundamentado en la agilidad, la destreza y el espíritu, que se llamaba “Sei”. Durante años, a los occidentales nos educan a escoger entre una u otra vía para tu desarrollo; o eres Dou o Sei, o sigues el camino de la luz o el de la oscuridad, el bien o el mal, el del frío o el del calor, el de la noche o el día, el cuerpo o la mente… Cuando, en realidad, es en el equilibrio donde radica la paz. No puedes volver hacia atrás para cambiar el pasado, pero si puedes modificar tu presente para cambiar tu futuro. Y cuando aprendes a dominar tus demonios en base a este equilibrio, cua

Bordes de mapa

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Dicen que no puedes romper a quien encontró la fuerza en su propia destrucción. Que quien tiene fe en sí mismo no necesita que los demás crean en él, porque la paz de uno no puede depender de terceros. Que todo tiene su propósito si sabemos verlo, por eso no debemos renunciar a algo por el simple hecho de que sea difícil. Vivir siempre implicó asomarse a los bordes del mapa y, cuando emprendes ese viaje, dejas atrás a la persona que lo comenzó. Decidir quién quieres ser, también implica el decidir quién nunca volverás a ser. Que los movimientos que tanto nos asustan son, precisamente, los que cambian nuestra vida. Y no hay nada más fuerte en el mundo, que la auténtica voluntad de cambiar.

No

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Aprender a decir “no”, es quizás uno de los actos que más valentía requieren, sobre todo con uno mismo. Decir “no” por centrarte en un objetivo es lograr dominar el ego, usar la claridad de la mente y reservar la pasión para aquellas batallas que son las realmente importantes. En El arte de la guerra , Sun Tzu establecía que no se debían librar las batallas que no supiéramos que vamos a ganar, y es que las batallas que se ganan, también son aquellas que decidimos no librar. Cuando tienes claro el foco, lo demás sobra. Que como dice la reina del pop: Si el que seamos duros, ambiciosos y saber exactamente lo que queremos, nos hace malos, eso es algo que nos debería parecer perfecto. Porque el saber escoger nuestras batallas, también es otra forma de madurez.

Sistema de lanzamiento de misiles

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Cuando lees durante años libros de historia, fantasía, filosofía, moral militar y un largo etc., acabas siendo un mix de aquello que cultivas y, un buen día, te das cuenta de que si tuvieras que definirte de alguna forma, sería comparándote con un sistema de lanzamiento de misiles. Primero, en una sala de guerra, se fijan las coordenadas y los cálculos de tiro. Se hace todo de forma racional, con formación, estudios, dedicación y preparación, con conocimiento de los errores pasados, rodeado de quienes más saben de lo suyo y de quienes conocen bien al objetivo. Una vez tienes las coordenadas del blanco, y tras estudiar las consecuencias, las represalias y todos esos elementos que se tienen en cuenta en los análisis de HAZID y HAZOP aplicados en el campo militar, te tomas un par días para filosofar sobre ello. Y, cuando estás listo, aprietas el botón rojo. Liberas la ojiva que tiene fijado el objetivo; liberas el fuego, la intensidad de la llama que no va a cesar hasta que haga b

Miedo al valor

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En sus Cartas a Lucilio, Séneca decía que el ser humano nunca discute las cosas que le dan miedo, y que sólo nos dedicamos a temblar y a huir presa del pánico.   Cuando leí esto hace unos días, me vino a la mente una parte de la conferencia de Mario Alonso Puig para la fundación BBVA en la que decía: El valor que se tiene para superar el miedo, es consecuencia del amor que sientes hacia algo. ¿Sabes porque tenemos miedo las personas? Porque nos da miedo amar. Si no nos diera miedo amar, no tendríamos tanto miedo. Por ello creo que nunca debes de dejar de ser la persona que se arma de valor para caer, levantarse y seguir adelante; la persona que cree en lo que hace, que pone pasión y cariño en sus actos sin esperar nada a cambio, porque cuando algo es de verdad, dar no implica un sacrificio. Y es que el valor siempre ha sido una de las consecuencias del amor. Porque siempre valdrá la pena luchar por lo que quieres, aunque los demás en ocasiones no te entiendan. Porque en la vida p

St. Michael

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Y es que es en los límites donde en verdad nos conocemos: Es los portales de un edificio, en una estación de tren, en una frontera. Es en esos límites cuando uno toma la decisión de soltar; no por el hecho de darse por vencido, sino porque ir hacia adelante requiere dejar en el camino aquello que no podemos llevar encima. Imaginemos un anillo que te acompañó durante tantas décadas de aventuras que se han perdido la cuenta, con una fuerte carga sentimental, y que aceptas voluntariamente deshacerte de él. Q ue lo sueltas sobre un puente en el que convergen las corrientes, donde cambia la marea para cortar el paso con un tipo de vida de la que has decidido despedirte. Porque allí, cuando lo has soltado y ha sonado el metal noble cortando el agua, se han quedado todas y cada una de las cagadas del pasado, de la época del terror y del hijoputismo, de lo oscuro de la noche, del ego y de la destrucción. Los restos de la era en la que aprendiste a sobrevivir. Allí, se terminó el mirar

Velas

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Dicen que la intuición es la razón acelerada, la velocidad máxima de la inteligencia. La que nos marcaba las respuestas a primera de cambio en un examen y luego, por miedo, cambiábamos por otra que sonara mejor. ¿Cómo íbamos a acertar siguiendo una corazonada? Y zasca, la primera era la buena. Suspenso y a la siguiente convocatoria. Intensidad, pasión, razón, intuición… Todo esto no deja de ser lo mismo, pero con diferente nombre. Y sólo el miedo, el delincuente capaz de hacernos cambiar la respuesta en el examen, es el culpable de hacernos fallar. Sólo el miedo tiene la facultad de hacernos temblar el carácter y de engañarnos hasta el punto de creer que tomamos una decisión correcta porque puede parecerlo a los ojos de los demás. Siempre he sido un defensor de tomar las decisiones en frío, pero con el corazón caliente, de dejarse llevar por la intuición y lo que la energía te diga, que el valor, la tolerancia, el compromiso y el honor son palabras que importan y que tienen un

Artema

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Cuando uno decide no cambiar, el pasado y el futuro no dejan de ser lo mismo; se está condenado a repetir los errores hasta que no se aprenda de ellos.  Esto me recuerda de igual forma a las intenciones de Artemisa, la némesis del Final Fantasy VIII, que con la compresión del pasado y del futuro en el presente, en un único momento, quería ser la única existencia para logar el control de todo el mundo y acabar con la existencia humana. Vivimos creyendo que un futuro prometedor nos salvará de un presente jodido por miedo a enfrentarnos al ahora. Que omitiendo los problemas, ellos solos terminarán por desvanecerse. Eso lo intentó Bastián en  La Historia Interminable cada vez que quería saltarse el capítulo de la muerte de Artax porque era muy duro, y el libro repetía las páginas una y otra vez hasta que las leyera por completo. La historia no avanzaba hasta que cada frase fuera leída. No debemos saltarnos los capítulos de nuestra historia por dura que sea, porque no lograremos cambia

Tiempo presente

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Dejamos de ser dueños de nuestra vida en el momento en el que comenzamos a contar el tiempo; el momento en el que nos olvidamos de vivir el presente por el miedo iracundo a cualquier cosa externa a ese momento, al aquí y al ahora, a lo que nos pide nuestro interior. Desde que el ser humano tuvo la necesidad de cuantificarlo todo en horas, meses o años, la intensidad de la vida se apagó de golpe. Nos olvidamos de la importancia del momento, del sentir, de la pasión y de la fuerza que hay detrás de una puesta de sol, de un beso o una caricia. Nos perdemos en el día a día diciendo que el futuro es nuestro, cuando lo realmente nuestro es el presente, el fluir en el hoy. El futuro no existe, sólo existe el tiempo que se nos ha dado. Lo que hagamos con ese tiempo, es sólo nuestra decisión. Y como me dijo un buen amigo entre cañas de inicio de fin de semana: Que el fluir con la vida, es un estado de paz mental.

Emotion

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Leí una frase en LinkedIn que decía: Las personas nacemos y morimos siendo todo emociones, pero que, en medio, la liamos parda. Nacemos siendo un puñado de emociones y nos vamos a morir cargados de ellas. Es lo único que va a acompañarnos a lo que quiera que haya al otro lado; llámese reencarnación, cielo o la nada. Enamorarse de tu propia vida, de hacer las cosas por las que sientes pasión, de amar sin ataduras, de decirle a la gente que te importa que la quieres aunque te dé vergüenza, de arriesgarte por los sueños que tienes, de hacer el ridículo, de llorar y reír a carcajadas a partes iguales. Supongo que los intensos para esto no tenemos medida, pero es que a la vida hay que irle con todo, porque realmente no tenemos todo el tiempo del mundo. Todos vamos a morir, con suerte viviremos 80 veranos a lo largo de nuestra vida, y cuando te mueras, llegará un momento en el que ya no habrá nadie que se acuerde de ti. Si no, mirad la película de Coco. De nada sirve vivir pendiente

Insiste, persiste y resiste

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En nuestra vida somos los que arreglamos la casa, pintamos las paredes y montamos los muebles. Somos los que cocinamos, los que ponemos el mantel y los platos. Somos quienes ponemos la mesa, porque cada mesa es diferente, y no en todas las mesas se sienta cualquiera. De igual forma que no tenemos la capacidad de obligar a nadie a sentarse a comer. ¿Alguna vez has llegado a extrañar tu propia energía? ¿A sentirte como si no fueras tú, o como que estás fuera de lugar? Pues cuando la recuperas, la valoras más que nada. Y cuando la pierdes, tarde o temprano terminas por recuperarla; a reconectar y a decir: Así, coño. Aquí es. Y cuando lo haces, tienes especial cuidado con quién decides compartir tu energía. Reduces los círculos de amistad a los auténticos e imprescindibles, medio abandonas las redes sociales, pasas de las relaciones vacías y te centras en construir lo que quieres ser. A veces recuperar esa energía puede llevarte algún que otro año, e incluso cambiarte por el camino.

Blinding Lights

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Detrás de alguien que está seguro de sí mismo, hay alguien que luchó en una guerra contra sí mismo. Que luchó contra fantasmas del pasado y contra los demonios que tenían montado su propio ecosistema; demonios a los que hubo que desterrar porque sobraban, y otros que era necesario abrazar para no perder la esencia. Detrás de alguien fuerte, existió una persona rota. Una persona que, a pesar de no ver resultados en su camino, nunca dejó de caminar. Que siguió hacia adelante guiado por sus latidos porque la perseverancia, al fin y al cabo, también es un estilo de vida. Especialmente cuando estás seguro de algo. Detrás de un sabio están todos los fracasos que se podían cometer, todas las faltas que se podían marcar, todos los errores que fueron un punto final. Está una persona que entendió que los deseos no vale sólo con pedirlos, si no que requieren de tiempo, sacrificio, cambios y honestidad con uno mismo. Y uno debe tener mucho cuidado con lo que desea, porque se corre el riesgo

Lavoisier

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Todo es cuestión de energía, de las leyes de Newton, de los principios de conservación: De termodinámica. Uno de mis investigadores favoritos, el químico francés Antoine Lavoisier, estableció el principio de conservación de la masa con una frase tan bella como simple: Nada se crea, nada se destruye. Todo se transforma. Hay energías que hoy en día aún no tienen explicación, por mucho que los académicos e investigadores mantengan que la ciencia es dueña y señora de la razón mundial. Hay energías que nos hacen hasta cambiar como personas, que nos mutan, que derriban muros y te hacen hasta cuestionar los pilares más básicos de tu existencia reiniciándote el alma; esas preguntas incómodas que te haces a solas y en silencio para que cuando tengas la respuesta, te des cuenta de que si fuera fácil, no valdría la pena. Como todo lo bueno que te tiene reservado la vida; c omo la mar en calma que nunca hizo marinero, como el arte de sobrevivir para para luchar un día más.

Mamihlapinatapai

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Lo increíble no será fácil. Lo que valga la pena, no lo tendrá cualquiera. Lucha, pelea, tropieza, cae y levántate. Sigue luchando. Una y otra vez. Las veces que sea necesario. Coge aire las veces que haga falta, pero si tu corazón te dice que vayas a por ello, no lo dejes escapar. Qué le den a lo que piensen quienes no llevan puestos tus zapatos, que las personas que importan, estarán contigo. No será fácil. No será sencillo. No será lo común. Pero será lo extraordinario. Deja de racionalizar los sentimientos de una vez. Deja de sentir con la cabeza en lugar de usar el corazón. Deja de huir, y entiende que hay conexiones que trascienden lo normal, y esas conexiones no se rompen ni con muros, ni con tiempo, ni con silencio. Hay conexiones que marcan de por vida y no puedes evitarlo. No está en tu mano, ni en tu cabeza. Esto es así. Te guste o no. Ahora empiezo a entender el porqué de cada cicatriz que cargo y que a lo largo de los años me ha traído hasta aquí, hasta darme cue

Las cartas de Delmar

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“Hoy he recibido esa carta. La carta de quien nos separó; de quien me hizo jurar que no volvería a poner un pie en mi hogar ni a ponerme en contacto contigo si quería que siguieras con vida. De un rey que, siendo un buen rey, antepuso el reino a su propia familia. Sabes que los hombres de mar estamos hechos de otra forma; que la rudeza nos ha enseñado a que si prometemos algo, ese algo perdura. Que no son pendones al viento, que los juramentos son como las jarcias trenzadas con esparto que sujetan las velas a barlovento. Ya desconozco el peso del cajón que soporta todas estas cartas sin enviar. Supongo que será el mismo que cargo en el corazón. De todo aquello que no puedo decirte. Sólo espero que recuerdes cada vez que oteas una puesta de sol al lado del mar, que yo también la estaré mirando. Como aquella vez en la que comenzó todo y no nos arrepentimos de nada. Como aquella vez que nos atrevimos a soñar despiertos. Siempre te esperaré, aunque sea al otro lado del Caribdis, tr

Dichos

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El otro día viendo una entrevista a Nathy Peluso, ella decía: ¿Sabes cómo se hizo famosa Nathy Peluso? Haciendo lo que le salía del… Alma, por no decir otra cosa. Es increíble el poder que hay detrás de estas palabras. Porque ese es el verdadero triunfo de las personas que tienen carisma, de los líderes: el ser ellos mismos a pesar de lo que digan. Porque como me dijo una vez un sabio: los que te quieren no necesitan explicaciones, y los que no te quieren, son el resto. Haz tu vida, y sé feliz. Ya hubo hace un par de milenios influencers que llevaban esto al extremo. Uno de los más grandes fue Séneca cuando le dijo a Nerón: Tu poder radica en mi miedo. Ya no te tengo miedo y, por lo tanto, tú ya no tienes poder. Y es que vencer al miedo no es algo que se haga de un día para otro. Requiere de mucha preparación interna, de luchas y varias catarsis. De varias guerras que nadie ve, hasta que estás preparado. Lo único que puedes hacer para vencer a un miedo es meterle corazón a tod

Tà eis heautón

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Nunca es fácil reconstruirse. Nunca es fácil destruir una parte de lo que eres hasta los cimientos para levantar una nueva torre en el castillo; llegar hasta las entrañas de la tierra para que los pilares agarren y puedas elevarte más alto. Es desgarrador, solitario, triste y duro, es el paseo más oscuro en la noche sin luna que tendrás que dar. Pero cuando te acostumbras a la oscuridad, todo termina por volverse luz. No puedes apurar la transformación de un gusano en mariposa, ni de una semilla en un árbol. Todo tiene su tiempo, su espacio y su velocidad; todos tenemos nuestro tiempo, nuestro espacio y nuestra velocidad y, en ocasiones, si algo en verdad te importa, lo único que puedes hacer es ver crecer la hierba. En el libro segundo de las “ Meditaciones ” de Marco Aurelio, el emperador decía que cuando un anciano y un niño mueren, a los dos se les arrebata lo mismo: el presente. No podemos vivir ni en el futuro ni en el pasado, porque no somos sus dueños, y lo único que es r

Piedra y agua

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Sabes que el ciclo ha terminado una vez lo terminas, y no antes. Es como un ligero mareo cuando te despiertas por la mañana, que no se desvanece después de hacer la rotación del cuello para estirarte. Porque un día te levantas y estás completo. Por fin, y después de tanto tiempo. De años de luchas y de batallas internas.  Simplemente lo sabes. No sabes el cómo, pero lo sabes. Lo notas en la contundencia de las palabras que apoyan a los actos, en la claridad de la mente tanto en lo que tienes, como en lo quieres y, lo más importante, en la forma en la que quieres vas a conseguirlo; y es que, a pesar de todo, eso no ha cambiado: Las carreras de fondo, el no rendirse, el seguir al corazón. Todo esto, siempre ha valido la pena. Hemos llegado hasta este punto porque en la balanza entre el corazón y la cabeza, aún en constante equilibrio, siempre ha ganado la pasión a la razón. Y que, para luchar bajo el orballo, siempre se entrenó en medio de la tormenta y el barro. Renace una y otra

Silencios de corchea

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Hay una mala frase que dice que “el camino de los cobardes es quedarse callados”. Digo mala, porque el problema es que en ocasiones te quedas callado cuando no te salen las palabras. Cuando no sabes qué decir. Cuando no sabes dar marcha atrás porque pudo más un razonamiento idiota que el latir del corazón, y a veces es mejor el callarse que abrir la boca. Somos los amos de nuestros silencios y los esclavos de nuestras palabras. Esto es algo que vas aprendiendo a base de hostias. Nunca le podría reprochar nada a quien tiene el valor de vencer un miedo. A quien tiene el valor de ir a un lugar al que lo llama el corazón anteponiéndose a lo que opinen los demás, por absurda que sea la forma que tenga de acercarse. Por largo o corto que tenga que ser el rodeo. Porque el simple hecho de que pienses que algo es imposible, hará que sea imposible. Las limitaciones, para todo, siempre son las que se impone uno mismo. Que no se trata de vencedores o vencidos, de quien tenga o no la razó

Viento de guerra

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Valor&Coraje nació como consecuencia de la influencia que tuvo el “estoicismo” y la escuela de pensamiento de Zenón de Citio sobre este autor; sobre la capacidad que tiene el hombre de no poder controlar lo que sucede a su alrededor, pero sí sobre los pensamientos y los actos que se realizan como consecuencia de esos eventos ajenos a su voluntad. Y eso es lo que nos ha traído hoy aquí. A esos momentos en los que la vida te pone a prueba de una forma tan grotesca que no sabes cómo actuar. A esas guerras que no esperabas librar pero que, preparado, o no, te toca hacerlo. Ya no sólo por ti, si no por tu familia y la gente que realmente te importa. De igual forma que Simba tuvo que asumir su rol en el ciclo de la vida tras recordar quien era, hay momentos en los que nos toca pasar por lo mismo. No es el papel que te gustaría, pero es el que la vida tenía reservado para ti. No es por ti, es por quien lo necesita. Porque por difícil que sea, no se deja de combatir por aquello que

Juramento

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- Hace un año te juraste volver a vivir pero, ¿a qué precio? - Al que hiciera falta. Y aunque no tenga liquidada todavía mi deuda, me empeñaría de nuevo hasta el cuello para hacerlo.

Plumas de plata

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Hay una parte sincera en eso de que, sin dolor, no creces y que, sin metas, no avanzas. Que no es cuestión de tener talento, si no de empujar más fuerte. De trabajar en ti hasta lograr una mente estoica, un cuerpo de atleta y el espíritu del guerrero. De que, si el barco se hunde, lo transformas en un submarino. Que como decía Lavoisier en uno de los principales axiomas de la ciencia: nada se crea, nada se destruye, todo se transforma. Que se ha roto el caparazón de Metapod para comenzar, por fin, la evolución hacia Butterfree. Que has aprendido que se trata de renunciar a llevar de nuevo una armadura puesta porque, en realidad, no protege de tantos ataques. O, por lo menos, de tantos como aparenta. De hecho, y pensándolo fríamente, sólo aíslan y destruyen. Esto es algo que aprendes con los años. Por eso los magos llevan túnicas que se doblan bajo el viento estival, de igual forma que los corazones de mimbre a los que cantaba Marea. De ser como las plumas de plata que se han bati

Diosa interior

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Hace años hubo una persona a la que le tenía un gran aprecio que se fue de mi vida demasiado pronto. Fue algo durísimo, algo que me enseñó a valorar lo rápido que pasa el tiempo y lo poco que vivimos sin darnos cuenta de ello. De los días que pasan más pendientes de pijadas varias que de sonreír de tal forma que los ojos brillen a lo Lola Flores, porque el brillo de los ojos no se opera. Esa persona me habló en su momento de la existencia de una diosa interior, de un ente que todos llevamos dentro pero al que no todos sabemos escuchar. Esa voz que, en ocasiones, nuestro cerebro intenta acallar con esa gaita de querer que todo sea racional. Hasta lo más pasional que exista. Esa deidad no tiene la misma apariencia para todo el mundo, de hecho, cada persona se la imagina de forma diferente. En mi caso, siempre he dicho que tenía el aspecto de Carmen Miranda con un enorme cesto de frutas en la cabeza, un buen par de maracas y un revólver Magnum.44 en el liguero. O quizás con un AK-47 e

Shiny Pokémon

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Para aquellos que somos frikis consumados, los shiny son esa rara avis que todo maestro Pokémon quiere tener en su equipo. Pero para aquellos que no estén versados en el mundillo de las frikadas, aclaremos que un shiny es una clase de Pokémon que tiene un color diferente a los demás. Por ejemplo, el mítico Gyarados rojo del nivel 30 que te encontrabas en el Lago de la Furia cuando todos son de color azul. Ese cambio de color se debe a que tiene unos atributos que están por encima de los de su especie; o más ataque, defensa, especial… Y eso es lo que los hace raros y llamativos. Lo que hace que todo maestro que se precie los quiera atrapar. Son raros, difíciles de conseguir y especiales. Los que fueron separados del resto por ser diferentes, y que con los años se hicieron más fuertes. Los shiny son como el vuelo de Moltres que vió Ash cuando empezó su camino, como el rastro de diamantes de agua que dejaba detrás de si Suicune, como el todopoderoso Aerochorro de Lugia. Como dic

Un buen corazón

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Hay cosas que puedes entender, porque hasta no hace mucho eras igual. El “yo puedo con todo” personificado. El roto que mantenía la grieta y se resquebrajaba sin romperse, hasta que llega un momento en que partes en cien mil pedazos. Ahí todo cambia. Ahí cambiaste. Cuando eso ocurre tienes dos formas de arreglarte: O con Loctite o con oro. El Loctite lo tienes en una ferretería. Disimula las grietas si todo encaja bien y cumple su funcionalidad. Te deja medianamente decente y nadie se entera de que se rompió en algún momento. Es homogéneo e igual para todos, al alcance de todo el mundo en cualquiera de las estanterías de cualquier supermercado. Pero luego están las reparaciones que se hacen con oro. Existe una técnica japonesa que se llama Kintsugi, que consiste en pegar las piezas visibilizando sus grietas, por donde rompió, haciéndolo más duro y diferente. Y eso es lo que lo hace distinto y auténtico. Lo que lo hace totalmente disímil a los demás; el no renunciar a lo que es o a lo q