Invictus

Que la vida son las decisiones que tomamos; Si decidimos ser dueños de nuestro destino o los peones en los sueños de los demás. Somos lo que decidimos ser cada mañana cuando nos levantamos y lo que soñamos cada noche antes de dormir.

Hay elecciones bastante más difíciles que otras, pero si algo tengo claro es que todo ocurre por una razón. He dedicado demasiados años de estudio, de sacrificios personales y materiales, de peajes más caros que la AP-9, que te hacen pensar y valorar lo que realmente vale la pena.

No es más rico el que más tiene, si no el que menos necesita. Quizás no era la respuesta que se esperaba, pero era la respuesta que tenía. Hay que saber llegar, hay que saber estar y, sobre todo, hay que saber cuándo irse.

Que en palabras del enorme William Ernest: Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma. Eso es lo que la Mar siempre me ha enseñado, y estoy muy agradecido por ello. 

Siempre proa al horizonte.


En la noche que me envuelve,

negra, como un pozo insondable,

le doy gracias al dios que fuere,

Por mi alma inconquistable.

 

En las garras de las circunstancias,

no he gemido, ni he llorado.

Bajo los golpes del destino,

mi cabeza ensangrentada jamás se ha postrado.

 

Más allá de este lugar de ira y llantos,

acecha la oscuridad con su horror,

Y sin embargo la amenaza de los años me halla,

y me hallará sin temor.

 

Ya no importa cuan estrecho haya sido el camino,

ni cuantos castigos lleve mi espalda,

Soy el amo de mi destino,

Soy el capitán de mi alma.





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