30+2

Lo que nunca te cuentan cuando cumples años es que mantienes los años ya cumplidos. Vas llenando mochila y hay días en los que, aunque tengas 32, puedes ser el inadaptado de los 16, el aventurero de los 24, o el crío que vivió esta historia que no le dejó otra opción que hacerse fuerte y leal.

Que con el tiempo cambias, porque quedarse en la misma estación es no crecer como persona. Que quien me conoció el año pasado, tendría que decirle que me conozca de nuevo. Que he matizado mi color favorito, que he cambiado mi rutina, he focalizado mis metas y estoy más seguro de mí mismo.

Ese maldito piscis de rebeldía incontrolable que no quiere dejar de sonreír aunque haya nubarrones en el horizonte; esa persona que cuando se levanta de la cama, el diablo tenga miedo porque se haya despertado.

Y es que, si tuviera que definir este último año de vida en una sola frase, sería la de que lo hice con miedo, lo hice cansado y roto, lo hice inseguro. Pero lo hice.

Y este año, lo seguiré haciendo.



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