Insiste, persiste y resiste
En nuestra vida somos los que arreglamos la casa, pintamos las paredes y montamos los muebles. Somos los que cocinamos, los que ponemos el mantel y los platos. Somos quienes ponemos la mesa, porque cada mesa es diferente, y no en todas las mesas se sienta cualquiera.
De igual forma que no tenemos la capacidad de obligar a nadie a sentarse a comer.
¿Alguna vez has llegado a extrañar tu propia energía? ¿A sentirte como si no fueras tú, o como que estás fuera de lugar? Pues cuando la recuperas, la valoras más que nada. Y cuando la pierdes, tarde o temprano terminas por recuperarla; a reconectar y a decir: Así, coño. Aquí es.
Y cuando lo haces, tienes especial cuidado con quién decides compartir tu energía. Reduces los círculos de amistad a los auténticos e imprescindibles, medio abandonas las redes sociales, pasas de las relaciones vacías y te centras en construir lo que quieres ser.
A veces recuperar esa energía puede llevarte algún que otro año, e incluso cambiarte por el camino.
Porque la energía tarda más o menos, pero siempre atrae como un maldito imán: Da igual que orientes los polos para que se repelan, que tarde o temprano, el campo magnético se encargará de juntarlos.
Ya lo dice la Ley del Magnetismo: Atraemos lo que somos, no lo que queremos. Y menos mal que está Nightwish para recordármelo.