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Mostrando entradas de septiembre, 2024

No

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Aprender a decir “no”, es quizás uno de los actos que más valentía requieren, sobre todo con uno mismo. Decir “no” por centrarte en un objetivo es lograr dominar el ego, usar la claridad de la mente y reservar la pasión para aquellas batallas que son las realmente importantes. En El arte de la guerra , Sun Tzu establecía que no se debían librar las batallas que no supiéramos que vamos a ganar, y es que las batallas que se ganan, también son aquellas que decidimos no librar. Cuando tienes claro el foco, lo demás sobra. Que como dice la reina del pop: Si el que seamos duros, ambiciosos y saber exactamente lo que queremos, nos hace malos, eso es algo que nos debería parecer perfecto. Porque el saber escoger nuestras batallas, también es otra forma de madurez.

Sistema de lanzamiento de misiles

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Cuando lees durante años libros de historia, fantasía, filosofía, moral militar y un largo etc., acabas siendo un mix de aquello que cultivas y, un buen día, te das cuenta de que si tuvieras que definirte de alguna forma, sería comparándote con un sistema de lanzamiento de misiles. Primero, en una sala de guerra, se fijan las coordenadas y los cálculos de tiro. Se hace todo de forma racional, con formación, estudios, dedicación y preparación, con conocimiento de los errores pasados, rodeado de quienes más saben de lo suyo y de quienes conocen bien al objetivo. Una vez tienes las coordenadas del blanco, y tras estudiar las consecuencias, las represalias y todos esos elementos que se tienen en cuenta en los análisis de HAZID y HAZOP aplicados en el campo militar, te tomas un par días para filosofar sobre ello. Y, cuando estás listo, aprietas el botón rojo. Liberas la ojiva que tiene fijado el objetivo; liberas el fuego, la intensidad de la llama que no va a cesar hasta que haga b

Miedo al valor

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En sus Cartas a Lucilio, Séneca decía que el ser humano nunca discute las cosas que le dan miedo, y que sólo nos dedicamos a temblar y a huir presa del pánico.   Cuando leí esto hace unos días, me vino a la mente una parte de la conferencia de Mario Alonso Puig para la fundación BBVA en la que decía: El valor que se tiene para superar el miedo, es consecuencia del amor que sientes hacia algo. ¿Sabes porque tenemos miedo las personas? Porque nos da miedo amar. Si no nos diera miedo amar, no tendríamos tanto miedo. Por ello creo que nunca debes de dejar de ser la persona que se arma de valor para caer, levantarse y seguir adelante; la persona que cree en lo que hace, que pone pasión y cariño en sus actos sin esperar nada a cambio, porque cuando algo es de verdad, dar no implica un sacrificio. Y es que el valor siempre ha sido una de las consecuencias del amor. Porque siempre valdrá la pena luchar por lo que quieres, aunque los demás en ocasiones no te entiendan. Porque en la vida p

St. Michael

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Y es que es en los límites donde en verdad nos conocemos: Es los portales de un edificio, en una estación de tren, en una frontera. Es en esos límites cuando uno toma la decisión de soltar; no por el hecho de darse por vencido, sino porque ir hacia adelante requiere dejar en el camino aquello que no podemos llevar encima. Imaginemos un anillo que te acompañó durante tantas décadas de aventuras que se han perdido la cuenta, con una fuerte carga sentimental, y que aceptas voluntariamente deshacerte de él. Q ue lo sueltas sobre un puente en el que convergen las corrientes, donde cambia la marea para cortar el paso con un tipo de vida de la que has decidido despedirte. Porque allí, cuando lo has soltado y ha sonado el metal noble cortando el agua, se han quedado todas y cada una de las cagadas del pasado, de la época del terror y del hijoputismo, de lo oscuro de la noche, del ego y de la destrucción. Los restos de la era en la que aprendiste a sobrevivir. Allí, se terminó el mirar

Velas

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Dicen que la intuición es la razón acelerada, la velocidad máxima de la inteligencia. La que nos marcaba las respuestas a primera de cambio en un examen y luego, por miedo, cambiábamos por otra que sonara mejor. ¿Cómo íbamos a acertar siguiendo una corazonada? Y zasca, la primera era la buena. Suspenso y a la siguiente convocatoria. Intensidad, pasión, razón, intuición… Todo esto no deja de ser lo mismo, pero con diferente nombre. Y sólo el miedo, el delincuente capaz de hacernos cambiar la respuesta en el examen, es el culpable de hacernos fallar. Sólo el miedo tiene la facultad de hacernos temblar el carácter y de engañarnos hasta el punto de creer que tomamos una decisión correcta porque puede parecerlo a los ojos de los demás. Siempre he sido un defensor de tomar las decisiones en frío, pero con el corazón caliente, de dejarse llevar por la intuición y lo que la energía te diga, que el valor, la tolerancia, el compromiso y el honor son palabras que importan y que tienen un