Velas


Dicen que la intuición es la razón acelerada, la velocidad máxima de la inteligencia. La que nos marcaba las respuestas a primera de cambio en un examen y luego, por miedo, cambiábamos por otra que sonara mejor.

¿Cómo íbamos a acertar siguiendo una corazonada? Y zasca, la primera era la buena. Suspenso y a la siguiente convocatoria.

Intensidad, pasión, razón, intuición… Todo esto no deja de ser lo mismo, pero con diferente nombre. Y sólo el miedo, el delincuente capaz de hacernos cambiar la respuesta en el examen, es el culpable de hacernos fallar.

Sólo el miedo tiene la facultad de hacernos temblar el carácter y de engañarnos hasta el punto de creer que tomamos una decisión correcta porque puede parecerlo a los ojos de los demás.

Siempre he sido un defensor de tomar las decisiones en frío, pero con el corazón caliente, de dejarse llevar por la intuición y lo que la energía te diga, que el valor, la tolerancia, el compromiso y el honor son palabras que importan y que tienen un significado.

Que quizás en 2024 la gente ya no piensa de esta forma, pero en el fondo, quiero pensar que la gente quiere creer en ello de nuevo. Y mientras haya alguien que crea, mientras haya una vela encendida haciendo frente al viento oscuro del norte, todo vale la pena.



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