Ki

Uno de los conceptos que existen en la filosofía oriental es el Ki y, para que nos entendamos, podríamos definirlo como nuestra energía interior.

No todas las personas tienen el mismo tipo de Ki, aunque fundamentalmente se agrupan en dos tipos: los hay que tienen un Ki duro que bebe de la fuerza, de la intensidad y del dominio de la ira, que en Kenichi definían como “Dou”, y los hay que lo tienen más suave y fundamentado en la agilidad, la destreza y el espíritu, que se llamaba “Sei”.

Durante años, a los occidentales nos educan a escoger entre una u otra vía para tu desarrollo; o eres Dou o Sei, o sigues el camino de la luz o el de la oscuridad, el bien o el mal, el del frío o el del calor, el de la noche o el día, el cuerpo o la mente… Cuando, en realidad, es en el equilibrio donde radica la paz.

No puedes volver hacia atrás para cambiar el pasado, pero si puedes modificar tu presente para cambiar tu futuro. Y cuando aprendes a dominar tus demonios en base a este equilibrio, cuando aprendes a dominar la capacidad de liberarlos y amarrarlos después de que hayan hecho su trabajo, entiendes el verdadero significado que hay detrás del término “paz interior”.

Ni todo es blanco, ni todo es negro. La clave es saber amoldarse a los acontecimientos; al uso de la fuerza y del espíritu cuando convenga. Porque como decía Bruce Lee sobre el agua y la tetera: El agua puede fluir… o puede golpear. Sei, o Dou. Be water, my friend.



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