1.000 demonios

Hay películas que te marcan la vida.

En mi caso, una de ellas fue la épica de Willow; una joya que tiene más años que un servidor y que fue un referente para los frikis de Dragones&Mazmorras, la Historia interminable o las Crónicas de la Dragolance.

Cuando creces lo haces enfrentándote a orcos, a trolls y a demonios; aprendes que el espacio personal, cuando te lo piden, puede medirse en unidades de tiempo, y que puedes aprovechar ese tiempo para no dejar de cambiar en busca de tu mejor versión. Del prime. De ese maravilloso momento en el que se conjuran cuerpo y mente; lo que piensas y lo que sientes.

Y si Fin Raziel, la maga blanca condenada por la maldición de la temible Badmorda, fue capaz de sobrevivir a múltiples transformaciones corpóreas hasta lograr recuperar su forma y, con ello, sus poderes, tú no deberías de ser menos.

Por seguir enfrentándonos a 1.000 demonios más y rebasar los límites. Porque un auténtico caballero, siempre cumple con sus promesas. Aunque, y como dice la canción: sea el idiota de este puto cuento y tenga que morir el primero.



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