Efecto espejo


Si cuando entrenamos nuestros músculos se desgarran para crecer, ¿por qué sería diferente para la mente o el espíritu?

No, no es cierta esa idea romántica de que el cambio es agradable; un cambio de verdad, lo que se llama “cambio transformador”, es duro, es demoledor, es solitario y es terrible. Es la fina línea llamada dolor que hay entre la exhalación y el desfallecimiento y, por eso, el dolor te cambia.

Sigmund Freud decía que “si el sufrimiento realmente da lecciones, el mundo estaría poblado de sabios. El dolor no tiene nada que enseñar a quienes no encuentran el coraje y la fuerza de escucharlo”.

Y es que cuando decides escucharlo no sabes el tiempo que puede durar ese proceso. Pero un día se acaba; te despiertas en plena noche de un fin de semana con un clic en la cabeza y te despiertas inundado por ese sentimiento de determinación que renace y que durante tanto tiempo te faltó.

Porque si hay quien tuvo determinación cuando a ti te faltaba, ahora el paso es tuyo. Que el miedo dura segundos y la vergüenza, minutos, pero el arrepentimiento de no hacer nada… Ese dura toda una vida.

Lo único que ha cambiado para encontrar la gota de valor que faltaba, ha sido el reflejo de una mirada a través del espejo. Otra de tantas que te eleva el pulso.

Sigmund, hemos cumplido. Estamos ready.



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