Tierra
Aunque
os esforcéis diligentemente en vuestro propio camino día tras día, si vuestro
corazón no está de acuerdo con él, aunque penséis que estáis en el buen camino,
no será el auténtico camino. Si no seguís un auténtico camino hasta el final,
una pequeña maldad al principio se convierte en una gran perversión.
Que
tomar riesgos calculados no es lo mismo que ser un imprudente; que seguir una
convicción no es lo mismo que ser un pasional irracional; que acallar el
corazón por hacerle caso a la cabeza no es sinónimo de ser racional. Esto es
algo que el samurái tenía bastante claro como pensador.
Uno no
puede estar huyendo toda la vida de lo que siente; los sentimientos y las
sensaciones se viven y se atraviesan, no se esquivan.
Y es que
a veces vale la pena enviar un mensaje confesando lo inconfesable en medio de
la noche, aunque después te des cuenta de que no será recibido. Hacerlo, sirve
para darte cuenta de hasta qué punto somos capaces de romper barreras, muros y
murallas por algo que, realmente, nos importa.
Lo
haces, aunque prácticamente te tiemble el pulso y el corazón te vaya a mil
vueltas por minuto antes de darle a enviar. Porque si eres capaz de vencer al miedo, eres capaz de cualquier cosa. Y merece la pena
luchar. Siempre vale la pena.
El cómo
hacerlo, ya será objeto de estudio en próximas ediciones. Mientras tanto, seguiremos leyendo a
los maestros.