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Mostrando entradas de diciembre, 2024

Chidori

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En ocasiones tienes que morir para aprender a valorar la vida. Y no, no hablo necesariamente de dejar de respirar. Cuando mueres, aprendes a identificar lo que te falta; pides ser más fuerte y, para ello, aparecerán en tu vida desafíos que ni te imaginas, de igual forma que cuando pides más disciplina, no dejarán de aparecer distracciones delante de ti. Pides ser paciente, mantener la calma y la paz. Pero para aprender a ser paciente, solo puedes enfrentarte a los retrasos y esperar. Que la paz no es la ausencia de caos, si no el estar rodeado de fuego y mantener la templanza en el corazón. Porque si no fueras suficiente, tu intuición no te guiaría hacia el siguiente paso y, si no pudieras lograrlo, jamás soñarías tan grande. Porque si no creyeras en ello, no estarías buscando la forma de hacerlo realidad. Y vivir así, es ser luz. Y a quien quiera apagar tu luz, electrocútalo. Pero no se te ocurra dejar de brillar.

Real de A8

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Un día, comiendo en casa de mi abuela, me puso encima de la mesa una caja vieja de cartón llena de monedas antiguas. Ni siquiera ella misma recordaba de dónde habían salido, pero había una en concreto que me llamó la atención. Era una antigua moneda de 8 reales de Carlos III, el que para mí ha sido el gran rey de España. Creo que en la vida uno debe dejarse llevar por su intuición, a pesar del ruido que se genera a nuestro alrededor con cada nuevo amanecer. Como dice Bill Gates: la intuición no es más que la razón acelerada, la velocidad máxima de la inteligencia. Y es por eso por lo que, desde hace un tiempo, cuando tomo decisiones importantes, lanzo esa moneda al aire, esperando a saber cuál es el primer pensamiento que surge del fondo. El primer pensamiento que se cruza en la mente, el primer deseo que se cruza por delante de ti con independencia de si es cara o cruz y que hace caso omiso del ruido que hay alrededor; esa es la decisión de tu intuición. La que te pide que salga...

Espantapájaros

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Cuando no existían ni las cintas de reflejos ni los DVD para espantar a los pájaros de los árboles o de los huertos, los agricultores se las ingeniaban con los espantapájaros. Si un pájaro algo valiente se diera cuenta de que ese espantapájaros no es más que un ser inanimado, ¿qué es lo que descubriría? Que las mejores hortalizas están allí donde está clavado el monigote. La realidad es que el espantapájaros está indicando cuál es el lugar al que tienen que ir, aunque los pájaros tienen un miedo atroz a acercarse. El miedo es el camino para llegar y el espantapájaros, lo único que hace, es indicarte el destino. Nuestro camino solo aparece ante nosotros cuando decidimos avanzar, y no antes. Esa es una de las leyes más grandes y trascendentales de la historia de la humanidad.  Porque si quieres lo que nunca has tenido, tendrás que ser quien nunca fuiste. Porque lo bueno no es sencillo. Y nada que merezca la pena, realmente lo es.