Real de A8
Un día, comiendo en casa de mi abuela, me puso
encima de la mesa una caja vieja de cartón llena de monedas antiguas. Ni
siquiera ella misma recordaba de dónde habían salido, pero había una en
concreto que me llamó la atención. Era una antigua moneda de 8 reales de Carlos
III, el que para mí ha sido el gran rey de España.
Creo que en la vida uno debe dejarse llevar por
su intuición, a pesar del ruido que se genera a nuestro alrededor con cada
nuevo amanecer. Como dice Bill Gates: la intuición no es más que la razón
acelerada, la velocidad máxima de la inteligencia.
Y es por eso por lo que, desde hace un tiempo,
cuando tomo decisiones importantes, lanzo esa moneda al aire, esperando a saber
cuál es el primer pensamiento que surge del fondo.
El primer pensamiento que se cruza en la mente, el
primer deseo que se cruza por delante de ti con independencia de si es cara o
cruz y que hace caso omiso del ruido que hay alrededor; esa es la decisión de
tu intuición. La que te pide que salga cara o salga cruz.
Que lo que no está en tu mano, no puede estar en tu
cabeza, y lo único que tienes en tu mano es seguir caminando hacia donde los
sueños se hacen realidad; esa isla inexplorada en las aguas de ultramar. A ese
rincón del mundo en el que descansan los sueños que no duermen, los secretos inconfesables y las palabras que
se callan.