Tierra de nadie
Nadie
habla de la mitad del camino, sólo del entusiasmo con el que se empieza a
caminar y del orgullo que se siente cuando llegas a la meta. Parece como si
esta travesía fuera la fórmula física del trabajo en el que sólo se tienen en
cuenta los estados iniciales y finales, y no lo que sucede por el medio.
A nadie
le gusta hablar de ese momento en el que la emoción se apaga y el avance se
frena. Donde las victorias saben a poco y las derrotas se cuentan por cientos,
donde la mayoría abandona porque es duro, complicado y parece imposible. Pero
es precisamente aquí, en la tierra de nadie, donde ocurre la magia.
Es en
esta tierra bañada por el impasse donde un día lo que hoy pesa se hace liviano;
donde cambia la pendiente de la curva.
La
disciplina no frena cuando la motivación se acaba. Cuando seguir adelante
duele, cuando estás obligado a encontrar calma en medio de la tempestad que se
cierne. La firmeza no es negociable, el luchar por un sueño no es negociable,
la conciencia, el respeto a los códigos y la lealtad que da la palabra dada no
es negociable.
Seguir
confiando en el plan; seguir manteniendo el norte. Aunque haya decenas de
imanes que quieran forzar el cambio de dirección que marca la brújula.
Somos
nuestros actos y decisiones. Somos la forma en la que nos hablamos. Somos
quienes nosotros mismos deseamos queremos ser.